PSICOLOGÍA

¿Por qué nos ponemos malos cuando empezamos las vacaciones?

El estrés diario de todo el año hace que se activen de forma “explosiva” los músculos, el corazón y se agudicen los sentidos y los reflejos. Cuando en verano bajamos la guardia se producen las reacciones sómaticas.

¿Por qué nos ponemos malos cuando empezamos las vacaciones?

¿Por qué nos ponemos malos cuando empezamos las vacaciones?

Parece que el verano está llegando a su fin, pero en algunos casos no ha hecho nada más empezar. Y son muchos los que acaban de iniciar sus vacaciones estivales y ya tienen claro que durante estos primeros días se van a poner malos. 

Conjuntivitis, faringitis, problemas digestivos o cualquier tipo de infección que, incluso, puede llevar a tener guardar cama, son patologías que muchas personas sufren cuando inician sus vacaciones. Y no es algo casual, sino una situación que ven cómo se repite año tras año. 

Pero ¿por qué ocurre esto? La psicóloga Beatriz Berjón, especialista del Instituto Psicológico Cláritas, explica que la respuesta se encuentra en el nivel de estrés y la sobrecarga a la que sometemos a nuestro cuerpo durante todo el resto del año, en especial entre personas con un perfil hiperexigente tanto en su faceta laboral como personal. 

“Si lo pensamos detenidamente, resulta difícil que unas vacaciones 'normales y corrientes' compensen noches indefinidas durmiendo menos de 6-7 horas, salir tarde siempre, pasar poco tiempo con tu familia/pareja/hijos, fines de semana y festivos conectados de alguna manera al trabajo…

Tal es la sobrecarga y el esfuerzo mantenido en el tiempo que cuando toca irse de vacaciones, podemos experimentar una sensación de vacío, tristeza, desmotivación, irritabilidad, etc., como si nunca fuera suficiente descanso”, explica nos explica la psicóloga. 

Este nivel de estrés mantenido en el tiempo hace que el “sistema nervioso simpático (encargado de regular las respuestas corporales de activación) toma el control y nos prepara para responder adaptativamente a las exigencias de la vida”. 

El problema viene que este sistema está completamente activado y nuestro cuerpo va a necesitar “un tiempo prudencial para volver a un estado natural que no se consigue en una semana”, añade la experta. 

Bajar la guardia ante el estrés nos enferma.

Bajar la guardia ante el estrés nos enferma.

Bajar la guardia ante el estrés nos enferma

Para entender por qué sufrimos distintas patologías en el momento en el que realizamos el parón de vacaciones es necesario entender el papel que cumple nuestro sistema nervioso central

“Cada día que nos sometemos a situaciones estresantes y trabajamos de forma “explosiva” se activan los músculos, el corazón, se agudizan los sentidos y los reflejos, en definitiva, nuestro cuerpo se predispone para una situación de alerta”, detalla Berjón.

Y esto no es malo, porque es una respuesta adaptativa de nuestro cuerpo que ha permitido nuestra supervivencia a lo largo de los siglos. 

El problema está en que, “además de la energía que gastamos en este estado, también estamos ralentizando o inhibiendo otras funciones igualmente necesarias para nuestra salud (como la digestiva, reproductiva o regenerativa)”. 

Así, “cuando este “estado de alerta” se perpetúa en el tiempo, sin la actuación de su antagonista y también necesario, el sistema parasimpático, nuestro cuerpo funciona peor y empieza a desgastarse y a enfermarse”, explica la psicóloga.

Y ahí llegan las típicas reacciones somáticas que algunas personas sufren justo cuando comienzan sus vacaciones. 

¿Cuánto tiempo de vacaciones necesitamos para descansar?

A la hora de pedir las vacaciones, las preferencias de cada persona es muy dispar.

Los hay que prefieren coger los días de descanso en una sola vez, los hay que lo hacen por quincenas separadas en el tiempo e incluso por semanas. 

Pero ¿existe una cantidad ideal de días para alcanzar un verdadero descanso y desconexión en vacaciones? 

Pues la psicóloga del Instituto Psicológico Claritas nos explica que no hay un tiempo concreto para conseguir el ansiado y merecido descanso estival. Todo va a depender de lo que cada persona necesite en cada momento. 

“Las necesidades de dos personas en el mismo entorno laboral pueden ser radicalmente distintas dependiendo de sus preferencias, su tolerancia al estrés o, simplemente, su forma de entender la vida y el trabajo”. 

Y es que hay personas que tienen su vida laboral “más orientada a la recompensa a futuro, y, además, toleran bien largas épocas de trabajo”. En estos casos se suele preferir coger todas las vacaciones de una vez y ‘desaparecer’ durante un mes entero. 

En cambio, “si otra persona está más orientada al disfrute a corto-medio plazo y el trabajo significa un medio para vivir, y no una finalidad, probablemente aproveche los puentes para tener vacaciones más cortas cada cierto tiempo, porque es lo que necesita. Ambas opciones son sanas y respetables”, concluye la especialista. 

Los expertos recomiendan planificar las vacaciones de forma realista, sin exigencias.

Los expertos recomiendan planificar las vacaciones de forma realista, sin exigencias.

Cómo disfrutar de las vacaciones desde el primer momento

Aunque no hay una receta válida para que todo el mundo consiga alcanzar lo que entendemos como objetivos de las vacaciones (desconectar, descansar, disfrutar…), Beatriz Berjón si ofrece algunas recomendaciones para intentarlo. 

  • Lo primero es realizar un trabajo previo a las vacaciones, que no consisten en otra cosa que ir reduciendo el ritmo de trabajo y de vida para “evitar 'aterrizar' en estado de alerta a las vacaciones”. 
  • Planificar de forma realista, “lo que te gustaría hacer durante tu tiempo libre de forma realista, sin exigirte productividad también con tu descanso”. 
  • La psicóloga subraya una cuestión fundamental y es que “las vacaciones perfectas no existen”. El tomar conciencia de esto implica que hay que tomarse un tiempo de adaptación y “cambiar lo que se supone que 'tengo que hacer' durante las vacaciones por lo que 'quiero', 'me hace ilusión' o simplemente 'me apetece'”.

En otras palabras, hay que dejar las obligaciones y exigencias a un lado

  • “Durante este tiempo de descanso, intenta hacer el esfuerzo de reconducir tu energía vital al 'aquí y ahora', para poder disfrutar del presente. Esto se consigue bajando la cantidad de estímulos externos, con gestos tan significativos como reservar ratos a solas para pasear, leer…”, añade la especialista.
  • Desconexión digital. Hay que dejar el móvil en casa antes de salir a cenar fuera o apartarlo mientras veo una película o tengo una conversación con familiares o amigos.