OFTALMOLOGÍA

¿Por qué no deberías mirar cualquier luz a menos de 20 centímetros de distancia?

Un exceso de exposición a la luz puede producir un daño en los fotorreceptores, lo que producirá una disminución de la visión

¿Por qué no deberías mirar cualquier luz a menos de 20 centímetros de distancia?

¿Por qué no deberías mirar cualquier luz a menos de 20 centímetros de distancia? / UNSPLASH.

La luz es esencial en nuestra vida diaria. Necesitamos tener buena luz para leer, trabajar, cocinar… En definitiva, la luz es esencial para la vista. “Permite que la imagen de los objetos se refleje sobre la retina y transmita esta información al cerebro para que los identifique con formas y colores conocidos”, explica al doctor Javier Moreno Manresa, oftalmólogo especialista en retina y vítreo de la Clínica Vithas Cadarso de Vigo.

Y es que la luz actúa sobre la retina estimulando los fotoreceptores que, ante la presencia lumínica, liberan una gran cantidad de sustancias químicas. El problema es que, si hay un exceso de exposición a la luz, se generarán demasiadas de estas sustancias lo que “puede producir un daño en los mismos fotorreceptores que dejarán de funcionar adecuadamente y, por tanto, se producirá una disminución de la visión”.  

El ejemplo más claro de lo que puede ser una exposición excesiva a la luz es mirar directamente al sol, lo que “genera un daño irreversible en la mácula (la parte central de la retina)”, explica el oftalmólogo. 

Pero no hace falta mirar al sol para dañar la visión. De hecho, los expertos de la Clínica Vithas Cadarso, recomiendan no mirar a ninguna fuente de luz, natural o artificial, a menos de 20 centímetros de distancia

Una exposición excesiva a la luz puede dañar la mácula.

Una exposición excesiva a la luz puede dañar la mácula. / UNSPLASH.

¿Qué tipo de luz es más peligrosa?

Tal y como pasa por ejemplo con el dolor, la mayor o menor tolerancia a la luz varía de una persona a otra, aunque se calcula que entre un 5 y un 20 por ciento de la población padece fotofobia, o gran sensibilidad a la luz.

Estas personas son más proclives a utilizar gafas de sol al aire libre y a utilizar dispositivos lumínicos que proporcionan luz indirecta, cosa que es positiva, puesto que cualquier fuente de luz puede causar daño a la vista. 

Y es que no solo la luz ultravioleta del sol es dañina, sino su reflejo en el agua o la nieve, o la luz procedente de una soldadura “puede producir quemaduras superficiales en la córnea y en la conjuntiva, llamadas queratoconjuntivitis actínica, que es bastante dolorosa”, explica el especialista.  

El cristalino también puede verse afectado por el exceso de exposición a la luz, ya que puede desarrollar opacidades (cataratas) que disminuyen la visión y requieren de cirugía para su extracción.  

El daño que provoca cualquier fuente de luz va a depender de distintas variables la intensidad de la luz, el tiempo de exposición y la distancia a la que el ojo se encuentre de la fuente de luz. 

La sensibilidad a la luz varía de una persona a otra.

La sensibilidad a la luz varía de una persona a otra. / Cookie Studio. Freepik.

Entonces, ¿cuánta luz es la recomendable? Pues el especialista señala que no hay un tope de luz, porque una misma fuente puede producir distintas reacciones en distintas personas, ya que la sensibilidad a la luz varía de una persona a otra y está determinada, en gran medida, por la genética individual. 

Por tanto, “no hay una cantidad específica de luz”, pero “como regla general, no es sano observar directamente una fuente de luz, especialmente si se trata de luz intensa de alta potencia”, afirma el doctor Moreno.

En el caso de una luz normal, el experto señala que no es conveniente observar directamente ninguna fuente de luz a menos de 20 centímetros de distancia”.  

¿Es segura la luz que nos rodea?

A pesar de las indicaciones y advertencias del doctor no debemos alarmarnos porque todas las fuentes de luz artificiales que nos rodean en la calle, en espacios públicos o privados están fabricadas con todas las garantías para asegurar la salud visual y de la piel, que también se puede ver afectada por la exposición a la luz. 

Todas las lámparas se prueban basándose en el peor de los casos, que sería la lámpara a una distancia de solo 20 centímetros. A partir de estas pruebas estándar, las lámparas se clasifican en cuatro grupos de riesgo: exentas de riesgo, bajo riesgo, riesgo medio y alto riesgo. Sin embargo, esta categorización de riesgo solo contempla los peligros derivados de exposiciones breves. 

Prácticamente todas las lámparas que se fabrican están exentas de riesgos.

Prácticamente todas las lámparas que se fabrican están exentas de riesgos. / UNSPLASH.

Prácticamente todas las lámparas pertenecen al grupo “exentas de riesgo” y algunas excepciones se encuadran dentro de las de “bajo riesgo”. Las más agresivas se destinan normalmente a usos profesionales en lugares controlados donde no representen ningún peligro. 

Así, solo el uso indebido de estas fuentes de luz podría causar daños en los ojos. Por ejemplo, las lámparas de halogenuros metálicos empleadas en la iluminación de estadios deportivos podrían suponer un riesgo si se utilizaran a una distancia de 20 cm, pero su uso normal no conlleva ningún peligro.