Me siento "bien, realmente bien", afirmó Rossy tras partir de Calais, saltar desde un avión a 2.500 kilómetros de altura, cruzar el canal en menos de diez minutos y aterrizar en la localidad de Dover ayudado por un paracaídas, según informaciones de la BBC recogidas por otr/press. "Sólo tengo una palabra, gracias, a toda la gente que me ayudó", afirmó este aventurero de 49 años.

Rossy considera que su logró sirve para demostrar el "gran potencial" de las personas para llegar a volar, de cara al futuro, "como un pajaro". En su caso, 'ayudó' a esta evolución de la naturaleza con sus 1.000 horas de experiencia como ex piloto militar y con una indumentaria que también le ganó el apodo de 'Fusion man'.

Viajó con un ala de tres metros de longitud y con un depósito de 30 litros que le proporcionaba sólo diez minutos de desplazamiento. Además, llevó un traje especial que le protegió las piernas de la llama de los reactores y controló la dirección y la altura del vuelo con simples movimientos de cabeza, cuerpo y brazos. De momento, su hazaña ya le ha valido aparecer en el canal de National Geographic, que retransmitió en directo el trayecto.