La competición fue organizada por la "Lugner City", la galería de ocio y restauración propiedad de un conocido constructor Richard Lugner, y contó con la participación de hasta 20 personas, el 90 por ciento de ellas mujeres, informó hoy la prensa austríaca.

Los comensales que lograron acabar su plato de "manjares" recibieron 1.000 euros (1.320 dólares) en bonos para compras en el centro comercial, mientras que el concursante que más velozmente se zampó su ración de insectos vivos obtuvo un cheque regalo por valor de 2.000 euros.

"No tendría tan mal sabor si no fuera por el caparazón" declaró a la agencia APA Michael Gerhard, uno de los comedores de cucarachas.

Martina, otra de las participantes, aseguró, sin embargo, que tuvo que parar porque de lo contrario habría acabado vomitando y se quejó de que los "gusanos se movieran en la lengua".

Como ella, muchos de los 200 curiosos que acudieron a observar la muestra "gastronómica" llegaron a sentirse indispuestos sólo con ver como los participantes digerían los insectos.

Tampoco muy contentos con la iniciativa se mostraron grupos ecologistas, como la Asociación Austríaca de Defensa de los Animales, que llegó a denunciar a Lugner por "maltrato a los animales".

"Cada vez es más frecuente que los así llamados 'famosos' utilicen a los animales para atraer la atención de los medios", explicó Marion Löcker, presidenta de la Asociación al anunciar la denuncia.

Ese paso se basa en el quinto punto de la Ley de Defensa de los Animales, que prohíbe cualquier maltrato injustificable.

El empresario, conocido por pagar cada año a una famosa para que le acompañe al Baile de la Ópera, ignoró esas críticas y explicó que los insectos empleados habían sido criados para servir de alimento a otros animales.

La prensa austríaca especula con que la intención de Lugner, al organizar el concurso, fuera burlarse de la participación de su ex esposa en un reality show en el que famosos tienen que sobrevivir en la selva.