Algunos de los tesoros arquitectónicos del casco antiguo de la capital portuguesa y muchas de sus viviendas muestran en las fachadas las huellas de las pintadas o "grafitis" de todo tipo, convertidos en una plaga que estropea muchos atractivos turísticos de la ciudad.

En los últimos meses Lisboa ha sido también objeto de una campaña especial de limpieza, en particular en el llamado Bairro Alto, una de sus zonas emblemáticas en la que se ceban los "grafiteros" y que aúna residencias particulares con bares y locales de diversión nocturna.

Ante las quejas de los vecinos por la proliferación de pintadas, los responsables municipales decidieron el año pasado tomar cartas en el asunto y, junto a instituciones policiales, judiciales y asociaciones de propietarios, firmaron un acuerdo para combatir estos hechos.

El comandante de la Policía Municipal de Lisboa, André Gomes, explicó hoy a Efe que, tras casi dos meses de funcionamiento del convenio, las medidas "no han ido mal".

Además, el Ayuntamiento ha empezado un programa de habilitación de paneles para que los "grafiteros" "se expresen" en ellos y no en los edificios.

Gomes señaló que la legislación portuguesa considera las pintadas un delito de "naturaleza semipública" y que un Tribunal puede dictar órdenes cautelares de alejamiento de la zona contra los infractores y prohibir su presencia allá donde hayan delinquido.

Las severas medidas municipales contra los autores de pintadas contemplan también, además de multas que dependen de la decisión de los jueces, trabajos comunitarios de limpieza de las fachadas con carácter obligatorio.

Pero, pese a los castigos y los paneles disuasorios de "expresión", entre los vecinos del Bairro Alto -una zona preferida por extranjeros y jóvenes estudiantes- las medidas han sido acogidas con escepticismo.

El español Pedro Núñez, residente en esa zona de la ciudad desde hace cinco años y que está convencido de que las pintadas sólo son una forma de suciedad, considera las medidas del Ayuntamiento que encabeza el socialista António Costa "electoralistas" y "poco eficaces".