Similar a la pasta, el cuscús es sémola de harina, en general de trigo, cocida al vapor. Se introdujo en la península Ibérica a partir de Al Ándalus, si bien ha sido en estos últimos tiempos cuando el cuscús se ha popularizado. Lógico, porque, al igual que la pasta, el cuscús tiene mil combinaciones y resulta asequible. Por supuesto, puede estar presente sin problemas en una dieta equilibrada, como una de las raciones de farináceos (de tres a cinco al día) que recomienda la OMS. Así pues, el cuscús forma parte del grupo de alimentos portadores de carbohidratos complejos como el pan, los cereales, el arroz, etcétera. A partir de aquí todo va a depender de cómo se prepare.

Las posibilidades son infinitas pero si el objetivo es conseguir una fórmula saludable y sin grasa saturada, lo ideal es el cuscús con piñones y pasas de Corinto aderezado con una fina picada de perejil. Es un plato consistente, con muchísima fibra, con una elevada dosis de vitamina E. Un poco de perejil, auténtico concentrado de nutrientes, y un buen chorrito de aceite de oliva redondearán el plato.

- Contiene carbohidratos de absorción lenta, lo que hace que proporcione energía de forma continuada y progresiva durante horas. Es, por tanto, un plato de elección para las personas con apetitos intensos o sometidas a dieta adelgazante.

- Puede combinarse con carne o pescado y convertirse en un plato único perfecto, en especial si se añaden verduras. En cualquier caso, hay que recordar que una ración de cuscús corresponde a unos 50-80 g de cuscús crudo.

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