La frecuencia en el consumo de bebidas energéticas, sobre todo de adolescentes, puede llegar a superar, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los 285 mg de dosis diaria máxima de cafeína. Esto supone efectos perjudiciales para la salud a corto plazo como la ansiedad, problemas de sueño y cambios en el comportamiento; y a largo plazo problemas cardiovasculares.

Según advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los adolescentes y preadolescentes son consumidores entusiastas de las bebidas energéticas. "No es raro que tomen una o varias latas para concentrarse ante un examen, para no dormirse, para rendir más en el gimnasio, y los fines de semana para mezclarlas con alcohol", señalan.

Además, según advierte la Organización Mundial de la Salud, el consumo combinado de bebidas energéticas con alcohol tiene un riesgo añadido: puede llevar a una mayor ingesta del mismo, porque reduce la sensación de sueño y permite alargar la noche, lo que suele traducirse en un estado de “borrachera completamente despierta”.

La OCU ha detectado que varias marcas superan ampliamente los 150 mg de cafeína por lata, la cantidad máxima recomendada por toma para un adolescente de 50 kg de peso. En más de seis empresas de bebidas energéticas sucede esto mismo en latas de medio litro, tal y como revela el comparador de OCU de dicho producto. De ahí que apoye la solicitud del Ministerio de Consumo a los fabricantes para limitar el volumen de estas bebidas a 250 ml.

Este tipo de producto tiene más del doble de cafeína que un refresco de cola, pero menos que una taza de café. De hecho, frente a los 90 mg de cafeína que contiene de media, una lata de 330 ml de una bebida energética, una taza de café hecho en casa tiene alrededor de 105 mg; mientras que una de cafetería puede tener hasta 180 mg, tal y como puede comprobarse en la calculadora de cafeína de la OCU. El problema es el abuso que hacen de este tipo de bebidas los adolescentes y preadolescentes, más si cabe por su bajo peso corporal.