"Se intentó suicidar tres veces antes de acceder a la eutanasia, tenía claro que quería morir"
La familia de Beatriz Marsá, una de las 370 personas han recibido ayuda para morir desde que la ley entró en vigor, explica cómo vivieron el proceso
Beatriz Marsá Fajardo falleció a los 87 años el pasado 15 de marzo. Su muerte fue "plácida", en casa de su hija en Lanzarote, rodeada de sus familiares y como ella había solicitado, con asistencia médica. Ha sido una de las más de 370 personas que han accedido a la eutanasia gracias a la regulación que entró en vigor el 25 de junio de 2021. Beatriz era, además, una firme defensora de que España se convirtiera en uno de los pocos países que han despenalizado la eutanasia, por lo que era socia de Derecho a Morir Dignamente (DMD), la entidad civil referente en la lucha por la causa.
En 2015, de hecho, cuando ya sufría una demencia leve que había empezado a notar porque no recordaba algunas palabras, hizo un testamento vital donde dejó escrito que si sufría una demencia o una enfermedad incurable y grave, quería que le ayudaran a morir.
“Le preocupaba mucho llegar a depender de alguien, ella había sido una persona muy independiente porque se quedó huérfana con 8 años y como era la mayor de cuatro hermanas, tuvo que actuar como su madre -explica su hija, Natalia Jiménez Marsá-. Con 24 años ya tenía cuatro hijos, todos muy seguidos y, en cuanto pudo, se puso a trabajar en el mundo editorial y tenía claro que no quería ser un anciana decrépita, que dependiera de otras personas”.
La enfermedad
En el momento de su muerte, Beatriz tenía una demencia de nivel cinco de los siete posibles, por lo que seguía siendo consciente de quien era pero, en ocasiones, no reconocía a sus hijos o sufría alucinaciones que la hacían “sufrir mucho” porque creía que “tenía otra familia y había abandonado a sus hijos”, relata Natalia. En esta situación, “había perdido la ilusión” y tenía “claro que quería morir”.
De hecho, trató de suicidarse hasta en tres ocasiones desde junio del año pasado. A partir de los intentos, su médico asumió que morir era su mayor deseo, mientras sus hijos se pusieron en contacto con DMD, en busca de asesoría para iniciar el proceso hacia la eutanasia.
En los últimos seis meses yo le preguntaba frecuentemente que si estaba segura de querer morir y solo un día me dijo que no quería, el resto estaba convencida”, rememora su hija, que resalta que el equipo médico de Lanzarote que ha participado en el proceso fue “muy cariñoso” y trató a su madre “como un adulto”, pese a su demencia avanzada. “Estamos muy agradecidos”, recalca.
La despedida
“La despedida fue muy emotiva, la noche anterior vimos con ella una de sus películas favoritas, ‘Vacaciones en Roma’, y en el momento de la eutanasia estaba tan convencida, lloramos pero también reímos, fue un lujo, hasta el punto de que yo también voy a hacer un testamento vital para acceder a la eutanasia, si lo necesito en un futuro”, concluye Natalia.
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