Entrevista

Rosa María Calaf: "Viajar te empapa de diversidad, te sacude de mucha estupidez"

La veterana periodista defiende que recorrer el mundo es hoy mucho más fácil y barato que cuando ella empezó a hacerlo hace 40 años como reportera

Rosa María Calaf.

Rosa María Calaf. / Jordi Otix

Marta López

De algunas personas suele decirse que han viajado por todo el mundo. Pero de muy pocas puede afirmarse que conocen casi todos los países del mundo. Una de estas personas es Rosa María Calaf (Barcelona, 1945), periodista durante 40 años de TVE, de los cuales 30 los pasó como corresponsal y enviada especial. Ahora se dedica a la docencia y divulgación y sigue siendo una gran viajera. Conoce 184 países. Le faltan una docena.

¿Cuál es el último país que ha visitado?

Arabia Saudí, hace poco. Nunca había podido ir trabajando y como turista no te lo permitían. No daban visados hasta hace aproximadamente año y medio. Estuve todo este mes de mayo.

¿Y qué impresión se llevó?

Es un país muy interesante porque supuestamente está en transformación. Es un país autocrático, absolutamente irrespetuoso con los derechos humanos, con una discriminación absoluta de la mujer, un país extremadamente cerrado y aislado. Ahora el príncipe heredero tiene un propósito de cambio, o eso dice. Y ha visto que una de las circunstancias esenciales que debe cambiar es el aislamiento y, hasta cierto punto, la discriminación de la mujer. Hay una pedagogía para que se vayan incorporando las mujeres al mundo laboral. En este momento hay muchas mujeres en puestos de trabajo que sobre todo tienen contacto con el turismo: recepcionistas de hotel, en los mostradores de información y facturación de los aeropuertos…. Eso estaba prohibido hasta hace nada y ese tipo de cambios sí son visibles. Pero digamos que la mentalidad, obviamente, va muy por detrás, los tics culturales permanecen.

En relación con esto, hay gente que podría pensar que no se debe visitar un país así, que oprime a la mujer, y defiende una especie de objeción de conciencia. ¿Usted no lo ve así?

Pues eso me ha creado un gran dilema siempre, porque es cierto que se puede decir que en cierta manera estás apoyando algo que obviamente está absolutamente en contra de tus principios. Pero tenemos nuestro propio ejemplo también, si nos miramos cómo éramos cuando llegó el turismo a este país. A mí me parece que la llegada de lo extranjero, de lo diferente, puede ayudar. Lo que hay que tener en cuenta cuando se viaja a estos países es estar en contacto con la población local lo máximo posible, tratar de salir de los circuitos oficiales. Y sinceramente, ahora yo creo que de lo que se trata es de llevar ejemplo de vidas distintas.

¿Qué ha aprendido usted viajando?

Me he dado cuenta de que nos quejamos mucho en nuestro mundo burbuja. Una vez me dijeron que nosotros teníamos siempre muchísimas preocupaciones y muy pocos problemas cuando realmente la mayor parte del mundo tiene muchos problemas y pocas preocupaciones porque tienen que resolver problemas. Y eso se aprende viajando. La clave es todo lo que aprendes de lo que es diferente. Encerrarte en lo que conoces no te enseña nada. Es aquello que no conoces lo que te va a aportar conocimiento, bueno y malo. No es que todo sea bueno, lo que está fuera. Pero lo que es realmente muy poco inteligente es el rechazo de lo distinto simplemente porque es distinto.

Un día me dijeron que nosotros tenemos siempre muchísimas preocupaciones y muy pocos problemas, cuando realmente la mayor parte del mundo tiene muchos problemas y pocas preocupaciones porque tienen que resolver problemas. Y eso se aprende viajando

Hay una frase apócrifa que dice que el nacionalismo se cura viajando. ¿Está de acuerdo?

Absolutamente... Hay que salir para ver lo que pasa fuera. Viajar te empapa de diversidad, te sacude de prejuicios y estereotipos y de mucha estupidez.

¿Viajar es caro? Porque eso puede ser un freno para mucha gente

Es el típico comentario que me hacen siempre. No es caro. Naturalmente, es caro si lo que se pretende es ir a hoteles de cinco estrellas de donde no vas a salir. Viajar es muchísimo menos caro de cuando yo empecé a viajar porque entonces viajaba muy poca gente y sí era mucho más complicado, más complejo y más caro. Ahora es facilísimo. Y desde luego no es caro en absoluto. Una economía media puede permitirse viajar. Y si calcula lo que gasta en lo que diríamos ocio aquí, pues muchas veces es mucho más barato estar haciendo ese ocio en otro lugar del mundo donde encima vas a aprender un montón. Lo que has de hacer es fijar tus prioridades.

Pero algunos dirán que usted es una afortunada porque su profesión le ha permitido vivir en sitios lejanos y viajar mucho. ¿Qué viajes ha disfrutado más, los de trabajo o los de ocio?

Los disfruto mucho más ahora. Los colegas y los medios me ofrecen continuamente hacer cosas de mis viajes y yo digo que no porque si voy pensando que voy a trabajar voy de otra manera. Pero también digo que creo que he sido enormemente afortunada de poder de hacer de mi gran pasión, que es viajar, mi profesión

¿Se hizo periodista para viajar?

-Debo confesar que creo que sí porque mi otra primera opción era la carrera diplomática. Y primero hice Derecho para hacer carrera diplomática, o sea que siempre el objetivo último era estar dando vueltas por ahí. Y he tenido una enorme suerte. Hay una frase que me gusta mucho y la uso mucho, que creo que la decía Hemingway, y es que mi casa no es para vivir, sino para volver. Y yo nunca he vuelto. Estoy un rato y me vuelvo a ir. Y espero estar así hasta que me muera.

Hay una frase que me gusta mucho y la uso mucho, que creo que la decía Hemingway: mi casa no es para vivir, sino para volver. Y yo nunca he vuelto. Estoy un rato y me vuelvo a ir. Y espero estar así hasta que me muera

Debe ser difícil para alguien como usted que ha viajado tanto conservar algún recuerdo en especial. ¿Lo tiene usted?

Es muy difícil. Realmente lo he de buscar. Hay tantas cosas que te impactan en positivo y en negativo… En la vertiente profesional, me ha tocado vivir situaciones tremendamente duras a las que normalmente el viajero no está expuesto. Además de situaciones históricas muy impactantes y esas no se olvidan. Pero ya hablando de viajes personales, hay un lugar en el que estuve hace unos 10 años y fue el Salar de Uyuni, un salar enorme como la provincia de Asturias, en Bolivia. Cuando ocurre el deshielo y el agua baja de todas las montañas crea un lago de una pequeña profundidad, es un lago de sal blanco con cristales de sal. Hace un espejo y cuando te metes ahí y caminas, no sabes si estás en la tierra o en el cielo. Y por la noche, como hay ninguna contaminación lumínica, estás literalmente en medio de las estrellas. Entonces son esas sensaciones que son muy difíciles de describir, que te hacen sentir que formas parte de la naturaleza y que no eres nada, ahí metida. Pero la verdad es que soy más de personas que de lugares. Y tengo recuerdos de determinadas personas, mujeres en un 98% de los casos, con vidas muy complicadas en algunos casos, con unas capacidades artísticas asombrosas, en otros, en gente que no tiene supuestamente educación y que luego de repente tiene una riqueza humana que te quitas el sombrero.

¿La globalización ha acercado el mundo?

Creo que hay una cosa muy terrible que me produce una enorme tristeza. Ahora puedes ir a todas partes, te puedes comunicar y transmitir, es cierto. Hemos hecho un mundo que se supone que está al alcance, pero realmente cada vez lo estamos haciendo más pequeño porque a la mayoría de esos sitios donde yo fui, ahora no puedes ir por seguridad. O hay lugares que, al revés, que han muerto de éxito, o el turismo masivo los ha depredado, o habido descubrimiento de recursos, etcétera. Es obvio que no se puede pretender que la gente de esos lugares no avance en dignidad de vida porque nos gustan en la choza. No, no es eso. Pero una cosa es que ya no tengan que estar viviendo en la choza sin agua, sin servicios médicos sin nada. Y la otra es que pierdan su identidad o su cultura. La globalización lo que ha hecho es uniformizar en muchas cosas, pero no ha sabido defender las que realmente valían la pena.

Habla usted del turismo masivo. ¿Se ha de acotar el turismo en ciertos lugares?

Pues este es otro de los grandes dilemas, porque hay una cuestión de derechos. ¿Qué derecho tenemos a impedir que la gente que ahora puede viajar, que antes no podía, viaje y vea lo que quiera ver? Claro que no se puede limitar la libertad de viajar. Pero el equilibrio entre los derechos y las obligaciones es también una línea muy fina, y lo que no se puede permitir es que en función de esa libertad de viajar se cercene la libertad de mantener aquello que hay que mantener. ¿Qué interés tiene convertir el mundo en un centro comercial? El progreso no es arrasar con la cultura tradicional y meter a todo el mundo en un centro comercial. Eso es completamente absurdo. En Barcelona, por ejemplo, ¿se ha de limitar que la gente venga? Pues, por supuesto que no, pero ojo, en qué condiciones viene y cómo se va a proteger que Barcelona siga siendo un lugar al que venir, porque si destruimos todo por aquello por lo que se viene, ¿qué razón se va a tener para seguir viniendo?

¿Qué interés tiene convertir el mundo en un centro comercial? El progreso no es arrasar con la cultura tradicional y meter a todo el mundo en un centro comercial

¿Usted tiene ya próximo destino?

Tengo clara la obsesión absurda, me refiero a tonta, de hacer todos los países, pero hay algunos que me va a ser complicado porque lo que no voy a hacer es ir ahora de vacaciones y que me maten. Aunque a la mayoría de los que me faltan [Kirguizistán, las islas Salomón, Nauru, Angola, Gabón, Sierra leona, Liberia, las dos guineas, Somalia y Eritrea, Comores, Belice y Montserrat] se puede ir. Viajo mucho por España, que es otra de mis prioridades ahora. Desde que me jubilé, cada año he hecho un viaje largo de estos de aventura y otro monográfico por Europa. En España trato de hacer lo mismo. Trato de vincular mis actividades docentes divulgativas y viajar por España en coche.

¿Cuál es su diagnóstico del mundo?

Pues la verdad que es bastante pesimista. Creo que se han acortado las distancias, porque efectivamente se puede llegar a todas partes y podemos hablar por teléfono o la otra parte del mundo y en mitad de la selva. Todo esto es muy positivo. Es muy positivo tener un acceso tremendo a todo tipo de conocimiento, pero lo estamos desaprovechando absolutamente, porque no lo estamos usando para eliminar las diferencias. Y eso es lo que me parece terrible. El gran problema es la injusticia y un mundo injusto jamás va a estar en paz.

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