No había querido declarar en el juicio contra su presunto agresor, pero las circunstancias en que una víctima de violencia de género fue liberada en Benidorm de su maltratador ha permitido al tribunal contar con suficientes pruebas como para imponer ocho años y nueve meses de cárcel a su marido. La mujer saltó del coche en marcha en el que la llevaba su marido, maniatada y únicamente vestida con una sábana y fue auxiliada por el conductor de otro vehículo que en ese momento circulaba detrás de ellos.

Los dos sostuvieron en el juicio que la estaba llevando a la estación de autobuses, explicaciones que el tribunal ha considerado «absurdas» con una clara intención de «justificar lo injustificable». En el juicio, llegaron a decir que en su país era normal vestir así. La Audiencia le ha condenado por los delitos de detención ilegal, trato degradante y coacciones, aplicando agravantes de parentesco y de haber cometido los hechos por razones de género.

Para la sala, el acusado tenía la intención de «someter a la víctima a una especial humillación». El hecho de que ella estuviera únicamente cubierta por una sábana, sin más ropa ni efectos personales y con los pies atados prueba a juicio de los magistrados que el maltratador «envilece y avergüenza» a su mujer, «la cosifica tratándola como si se tratara de un paquete que menosprecia».

La negativa de la mujer a declarar contra su marido ha impedido que se pudieran considerar probados otros hechos espeluznantes y que se narraban en el escrito de acusación. No está acreditado que la mujer fuera obligada a permanecer durante días encerrada en un dormitorio de la casa desnuda y con solo una palangana para hacer sus necesidades. Tampoco han sido probados los malos tratos continuados que supuestamente habría venido sufriendo la víctima con anterioridad. Los hechos ocurrieron el 21 de septiembre de 2019 en una vivienda de Benidorm donde residía el matrimonio de origen guineano y afincado en España desde hacía diez años.

El acusado descubrió que su mujer estaba entablando una relación de amistad con otro hombre, a lo que éste reaccionó quitándole las llaves de la vivienda tras una fuerte discusión. Durante los días posteriores, a la mujer le permitía salir de la casa para ir a una academia de peluquería y dependía de la voluntad del acusado el que pudiera volver a casa. Ocho días después, el acusado obligó a la víctima a subir al coche, atándole los pies y las manos con una goma de plástico y vestida solo con una sábana. A mitad de trayecto, ella saltó del coche en marcha.