Veredicto

El parricida de Sueca, culpable de asesinar a su hijo para causar "el mayor dolor de todos los imaginables" a la madre

El jurado popular considera que el acusado era plenamente consciente cuando se ensañó con el menor, de 11 años, asestándole 27 cuchilladas

Queda probado el maltrato habitual, las amenazas, el quebrantamiento y las graves lesiones psíquicas a la madre

El parricida de Sueca, a la izquierda de la imagen, ante el jurado.

El parricida de Sueca, a la izquierda de la imagen, ante el jurado. / IGNACIO CABANES

Ignacio Cabanes

Culpable por unanimidad del asesinato de su propio hijo, de tan solo 11 años, con un móvil claramente machista, causar a su exmujer y madre del niño "el mayor dolor de todos los imaginables" asestándole 27 cuchilladas en su domicilio de la localidad valenciana de Sueca en abril de 2022 tras engañar a su ex para que le llevara el menor con la excusa de celebrar el cumpleaños junto a su padre. Este es el veredicto del jurado popular, que ha desestimado todos los hechos planteados por la defensa en busca de algún tipo de resquicio para atenuar su pena. Pero ninguno de ellos ha sido contemplado, ni el alcohol, ni un posible trastorno mental, así como la confesión o la reparación del daño.

Asimismo, los miembros del tribunal popular también han considerado acreditados el "esto de delitos que se le imputan; el maltrato habitual, las amenazas continuadas, el quebrantamiento de condena y las lesiones psíquicas a la madre. José Antonio A. C. se enfrenta ahora a la mayor pena que contempla el Código Penal, la prisión permanente revisable, al tratarse de un asesinato con ensañamiento y alevosía, y ser la víctima especialmente vulnerable por su edad.

Entre los hechos declarados probados se considera que el asesinato del menor fue el "colofón de su deseo de dominación machista" contra María Dolores, que había mantenido a lo largo de su matrimonio. A la cual "despreciaba y discriminaba por el hecho de ser mujer".

El veredicto no contempla ningún tipo de atenuante, ni el consumo de alcohol ni el posible trastorno mental

El jurado determina probado que el día 3 de abril de 2022, entre las 14.14 y las 14.30 horas, en el interior del domicilio, situado en la calle Rafael Hervás de Sueca, el acusado, de 47 años de edad, mató a su hijo Jordi, de once años de edad recién cumplidos, "acuchillándolo repetida y profundamente" con un cuchillo de cocina con una hoja de 12 centímetros de largo y 1,8 de ancho. Además de 41 lesiones de defensa en manos y brazos y otros cortes en diversas partes del cuerpo y cabeza, el menor recibió 27 cuchilladas en la parte delantera del cuello, cara, torso y cabeza, penetrantes en profundidad y de severa gravedad, dos de ellas –situadas en la región cervical– mortales de necesidad, que le seccionaron la vena yugular (la primera de ellas) y la arteria carótida (la segunda), ambas incompatibles con la vida y que provocaron su fallecimiento.

Dejó que cogiera el teléfono para causarle mayor desasosiego

También consideran probado que a las 14.04 horas el menor envió un mensaje de WhatsApp a su madre diciéndole que si podía ir a por él. María Dolores intentó en varias ocasiones ponerse en contacto telefónico con su hijo, llamándolo a su teléfono móvil, sin obtener respuesta, hasta que, a las 14.14 horas, el parricida permitió que su hijo cogiese el teléfono móvil mientras lo acuchillaba. Su madre solo pudo oír cómo su hijo la llamaba con un grito: "Mamááá". Tras ello se cortó la comunicación.

El jurado también declara probado el grave daño psicológico a la madre del menor. Así consideran que al matar a su hijo, el parricida causó a María Dolores «un dolor tan intenso, que padece desde entonces un trastorno adaptativo por duelo, derivado de una reacción depresiva reactiva al fallecimiento de su único hijo. Como así declararon los forenses que exploraron a la madre, la mujer presenta un «cuadro ansioso depresivo importante consistente en miedo, nerviosismo, llanto, tristeza, ánimo fluctuante, desesperanza , anhedonia ( incapacidad para disfrutar de las cosas agradables de la vida y de experimentar placer), culpabilidad e incluso ideación suicida».

En el ve"redicto también se acredita el ensañamiento, al consid"erar que Jordi "murió de forma innecesariamente dolorosa", y la alevosía. "Jordi quería a su padre, confiaba en él, y nada temía". El ataque de su progenitor le pilló totalmente desprevenido y sin medios con que defenderse. Además entre el acusado y su hijo, de solo 11 años, había una notable desproporción física.

Respecto a los episodios violentos de maltrato también han quedado acreditados, así como el constante control machista sobre su pareja y su actitud de menosprecio hacia ella, que fue dañando la autoestima de María Dolores. Posteriormente, tras la ruptura la amenazó y acosó con llamadas tanto de día como de noche para que volviera.

El maltrato psíquico y físico habitual

El acusado y María Dolores se casaron en el año 2004. A lo largo de todo el matrimonio, pero especialmente a partir de mayo de 2014, ya tras el nacimiento de Jordi, comenzó a hacer manifiesto y público su menosprecio hacia ella, no sólo en la intimidad, sino también delante de sus amigas y familia llamándole constante y reiteradamente “gorda”, “muerta de hambre”, “ravalera” y “cullarota”. Diciéndole frases como “no comas más, gorda”, “tú cállate que no sabes nada”, “no sabes ni leer”, “no vales para nada”. También se dirigía a ella diciéndole que cualquiera de sus amigas “estaba más buena que ella”. La denigraba, piropeando en público y en su presencia, a las amigas de ella, ensalzando sus pechos o sus nalgas, y haciendo comparaciones despreciativas en relación con las características físicas de María Dolores.

De igual modo “la controlaba, llamándole insistente y constantemente por teléfono para ver qué hacía o con quién estaba, e iba a recogerla a la salida del trabajo para que se fuese directamente del trabajo a casa con él, incluso llegando a obligarla a dejar la compañía de sus amigas en las ocasiones en que ésta estaba con ellas, cogiéndola bruscamente por el brazo, zarandeándola o empujándola y obligándola a irse con él”. Asimismo, le decía que sus amigas eran unas “putas” y “perreras” , que dejase de ir con ellas.

Todo ello fue dañando la autoestima de María Dolores que, por ello, rehuía las reuniones y contactos sociales, cayendo en una profunda soledad social, haciendo todo lo que el acusado quería con tal de no discutir con él, llegando a dejar incluso de participar en los grupos de WhatsApp a los que perteneció, tanto de grupos de amigas, compañeras de trabajo y de padres de alumnos del colegio.

Episodios violentos probados

En febrero de 2021, cuando María Dolores decidió separarse de su marido, y así se lo comunicó, además de continuar con los insultos, menosprecios, y comentarios denigrantes públicos y privados, comenzaron los golpes y malos tratos físicos en la intimidad del domicilio familiar. Así, el 14 de febrero de 2021, después de que su pareja le dijese que quería poner fin a la relación, la cogió fuertemente por el cuello (hechos por los que ya fue condenado).

El 13 de marzo de 2021, cuando María Dolores le reiteró que quería el divorcio, y que se había enamorado de otro hombre, la volvió a agarrar por el cuello, levantándola unos centímetros del suelo y empujándola contra una pared impidiéndole respirar, soltándola finalmente ante sus súplicas, pero, persiguiéndola y empujándola hasta el dormitorio, la tiró en la cama y la volvió a sujetar con fuerza, y, mientras le quitaba la ropa le puso un cuchillo en el cuello. La víctima, temiendo por su vida consiguió apaciguarlo, diciéndole que no se iría, arrebatándole el cuchillo y tirándolo lejos. Tras estos hechos, María Dolores cogió a su hijo, unas pocas cosas de ambos, y se marchó con su hijo a pasar el fin de semana con sus padres, en Cullera.

Como consecuencia de estos últimos hechos, María Dolores, que no quería denunciar a su esposo, sufrió lesiones consistentes en hematomas y eritemas en el cuello, pero las ocultó poniéndose un pañuelo en el cuello.

Como finalmente, María Dolores se marchó con el niño a casa de sus padres en Cullera, el acusado comenzó a llamarla insistentemente a todas horas, tanto de día como por la noche, por teléfono, pidiéndole que volviera y, ante el silencio de ella, empezó a enviarle mensajes de WhatsApp a través del teléfono del hermano de su víctima. El primero de ellos, ese mismo día 13 de marzo: "Tu hermana se ha enamorado de otro hombre, le saldrá caro, ahora voy a ser ruín y mala persona, que se prepare tu hermana".