El producto «único» antihumedad de Mon «sólo absorbe el calor», según guardias de cuarteles cuyas obras se le adjudicaron

Responsables de visar las actuaciones en la provincia afirman que nadie alertó de deficiencias. «En San Miguel de Salinas no se ha hecho nada en años», apuntan agentes

Acuartelamiento de Cocentaina en una imagen actual.

Acuartelamiento de Cocentaina en una imagen actual. / JUANI RUZ

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

El producto «único y novedoso» antihumedad cuyas bondades cantaba el empresario canario Ángel Ramón Tejera de León, alias «Mon», el mismo que el teniente general Pedro Vázquez Jarava invocó para que se le adjudicaran a este empresario canario actuaciones en acuartelamientos de al menos una docena de comandancias, entre ellas la de Alicante, «es en realidad una especie de pintura de plástico que sólo absorbe el calor y lo retiene, con lo que en los meses de verano las dependencias son una sauna». 

Así los explican guardias destinados en algunos de los once cuarteles de la provincia cuyas obras se contrataron con este empresario que, «recomendado» por Jarava, llegó a visitar al entonces responsable de la Comandancia de Alicante para mostrarle el producto.

Estos agentes explican cómo les sorprendió, cuando se acometieron la obras, que habiendo empresas en la zona que habrían podido hacerlas «se recurriera a personal de fuera que se tenía que alojar en hoteles durante la semana». Los efectivos definen algunas de estas actuaciones como «un lavado de cara que no acabó con las humedades y que se limitó a impregnar las paredes con una especie de pintura que se estiraba como si fuera plástico».

Dependencias de la Guardia Civil en San Miguel de Salinas.

Dependencias de la Guardia Civil en San Miguel de Salinas. / TONY SEVILLA

Y eso en el mejor de los casos. Porque hubo cuarteles, como el de San Miguel de Salinas, que también estaba en el paquete de las obras contratadas con Mon, que agentes que conocen estas instalaciones desde hace más de dos décadas no recuerdan más actuaciones que la colocación de unas rejas, antes del año de las adjudicaciones al canario (todas en 2016), y la instalación reciente de unos aparatos de aire acondicionado. Recuerdan también que se pintó una barandilla y el hueco de la escalera «pero para eso tuvimos que poner 50 euros por cabeza», matiza. 

Las declaraciones de estos guardias coinciden con otras que forman parte de la causa que por estas contratas instruye una magistrada de Madrid y en la que de momento están investigados el empresario y el teniente general, entre otros. 

Un sargento primero del cuartel de Cocentaina indicó que aunque estaba previsto que se llevaran a cabo obras para la eliminación de humedades y de barreras arquitectónicas, así como de pintura, «en realidad solamente se ejecutó el pintado de las dependencias aunque de manera deficiente», hasta el punto de que no se retiraron los muebles ni los cuadros y «tuvo que ir personal de mantenimiento de la Comandancia de Alicante para repasar las carencias del trabajo realizado por la empresa».

Cuartel de Jacarilla en una imagen de este jueves.

Cuartel de Jacarilla en una imagen de este jueves. / TONY SEVILLA

También consta que un comandante del cuartel de Jacarilla envió un correo en 2016 donde dejaba constancia de las deficiencias en los trabajos que había detectado, como que las rejas sólo se habían pintado por la parte exterior, dejando visible el óxido en la interior, y que en la fachada principal se habían pintado zonas «sin haber sido saneadas previamente».

En el cuartel de Cocentaina otro sargento indicó que unas de las obras que se facturó incluía la retirada de una barrera con martillo eléctrico, algo que era «imposible porque el cuartel no tenía barrera». Tampoco le constaba que se hubieran colocado dos puertas de acceso a minusválidos también presupuestadas.

Sin noticias de incidencias

Responsables de visar estas obras aseguran que nadie alertó de ninguna deficiencia ni recordaban la existencia de correos donde se comunicara que no se estuvieran ejecutando correctamente. Y agregaron que, ante la imposibilidad de comprobarlo in situ, se limitaban a dar el visto bueno a la información que les llegaba de los jefes de los acuartelamientos, quienes sólo indicaban cuándo comenzaban las obras y en qué momento finalizaban. Sobre Mon recuerdan que presentó un presupuesto y que al decirle que parecía caro, lo ajustó.