Las tecnologías digitales, y en concreto las infotecno­logías o tecnologías de la información, se han convertido en la principal variable de transformación social y económica para las administraciones públicas, las empresas y la sociedad en general, por su carácter intersticial. No solo, en fin, fundan y constituyen el sector de mayor y más rápido crecimiento económico en las últimas décadas, sino que, inevitablemente, transforman y modifican radicalmente el resto de actividades sociales y económicas en todas las áreas de la vida y en todas las ramas y sectores: la forma en que producimos, consumi­mos, aprendemos, amamos, comuni­camos y nos relacionamos.

Las tecnologías de la información, además, han constituido la infraes­tructura material de una nueva Revolución Industrial más relaciona­da con el conocimiento que con la producción física, más con la mente que con la materia, más con la inteligencia que con la fuerza, más con ideas que con cosas.

La nueva Revolución está basada en una tecnología que es digital, expo­nencial en cuanto a su crecimiento, transversal, penetrando en todas las actividades de producción de bienes y servicios, y combinatoria, es decir, capaz de combinarse sinérgicamente con todo y de penetrar en todo (internet de las cosas, wearables, etc.). El ordenador y la digitalización constituyen, pues, una tecnología multipropósito (como la máquina de vapor y la electricidad), que es y será utilizada en muchas actividades del sistema económico y penetrará en todo el tejido de la sociedad, desenca­denando cambios múltiples y radicales, disruptivos.

Del mismo modo, no obstante, que en la Segunda Revolución Industrial (1870-1970s), basada en la electrifica­ción, transcurrieron treinta años desde la introducción de la electrici­dad hasta el desarrollo de todas sus potencialidades, con el rediseño de la organización de las fábricas, los nuevos métodos de trabajo y las consecuencias sociales e instituciona­ les que acarrearon, la Revolución Industrial (la Cuarta, según Klaus Schwab) en curso requiere transfor­maciones de igual o superior alcance, tanto económicas como culturales, educativas, institucionales y legislativas, así como el desarrollo de nuevas habilidades digitales de la fuerza de trabajo: un nuevo relato social para un nuevo modelo social, como sugiere la CEOE en su plan de digitalización para la sociedad española.

Existe, además, un acuerdo generali­zado sobre el hecho de que el progreso económico y el bienestar material (esperanza de vida, alfabetización, reducción de los niveles de pobreza, crecimiento de la productividad, de los salarios y de la renta per cápita, reducción del tiempo de trabajo y ciertas formas de desarrollo social) han dependido en la Era Moderna (desde el siglo XVIII) del progreso técnico, de sucesivas Revoluciones Industriales.

En consecuencia, la digitalización no es una opción, un tren que podamos perder, pese a los costes y profundos cambios que, en el corto plazo, pueda acarrear sobre actividades y sectores económicos, que se verán sujetos a un cambio y una conmoción constante (la "destrucción creativa" de Schumpeter), una dinámica de transformación estructural, con una reasignación de empleo entre los distintos sectores productivos, presente desde el inicio de la primera revolución industrial.

Conscientes de este hecho inelucta­ble, y a fin de favorecer la transforma­ción del modelo productivo de la provincia, la Diputación de Alicante, la Universidad de Alicante y la Universidad Miguel Hernández de Elche han decidi­do unir sus esfuerzos para procurar una administración pública más flexible, ágil, moderna y digital; para promover la transformación inteligente de los sectores productivos tradicionales; y para desarrollar y fomentar las capacidades y habilidades digitales de la ciudadanía.

Desde una visión holística de la sociedad digital, se entiende la digitaliza­ción como el proceso de mejora y evolución de las funciones, competen­cias y conocimientos de las empresas, instituciones y de las personas en el aprovechamiento de la infotecnología.

Según el índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), que mide la competitividad digital de los Estados miembros de la Unión Europea, son cinco los indicadores determinantes en su rendimiento: la conectividad, el capital humano, el uso de internet, la integración de la tecnología digital y los servicios públicos digitales, y la investi­gación en tecnología.

Aplicando estos indicadores a la provincia de Alicante, esta alianza de instituciones propone:

- Analizar y observar el estado y situación digital de los servicios públicos de los municipios, tomando como referencia la legislación sobre adminis­tración electrónica en los mismos.

- Estudiar la empleabilidad en entornos digitales, las habilidades necesarias de los nuevos empleos y la preparación y selección de trabajadores como "lanzadera de estudiantes con perfiles y habilidades digitales".

- Favorecer la educación en el uso de la cultura digital. La digitalización no tiene que ver solo con la incorporación de tecnología: supone un cambio cultural.

- Desarrollar el derecho y la ética digital: la protección de los derechos humanos en un entorno digital, a través de un código de ética digital. Investigar la problemática jurídica derivada de la aparición, al albur de la cuarta revolu­ ción industrial, de nuevos productos, servicios y tipos de empresas.

- Estudiar la efectividad de la conectividad y de las infraestructuras de comunicación.

- Examinar la implantación e integración de la tecnología digital en las empresas, y la implementación de soluciones tecnológicas adaptadas a sus necesidades.

- Fomentar la investigación, la innovación y el desarrollo de las tecnologías de la información, las tecnologías del lenguaje humano, la inteligencia artificial, las cadenas de bloques, el big data, etc.

- Propiciar la búsqueda de solucio­ nes tecnológicas para empresas, a través de la "lanzadera digital" dispuesta para ello en alianza internacional con plataformas transnacionales.

- Digitalizar y fomentar nuestro patrimonio cultural como uno de nuestros principales valores y señas de identidad geográfica.

Además de las líneas descritas sobre las bases de los indicadores del DISE, se pretende trabajar en línea con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), ya que la tecnología puede cumplir un papel relevante en el cumplimiento de los mismos. Por ejemplo:

- La digitalización puede ser una herramienta decisiva en el logro de un mundo más justo, solidario y sostenible, así como en la reducción de la pobreza.

- Debemos pugnar, a ese propósito, por la inclusión digital de los colectivos más vulnerables y que más sufren las consecuencias de la llamada "brecha digital".

Basados en los indicadores DISE y en los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), pretendemos desarrollar una estrategia que facilite el progreso de la digitalización en la provincia de Alicante, asentada en proyectos desarrollados por el personal docente e investigador de las universidades, que sirvan de apoyo y acompañamiento en el proceso de digitalización de los servicios públicos, de las empresas y del capital humano.

La inteligencia digital, entendida como un proceso holístico, contribuirá, así a afianzar una nueva cultura, un nuevo modelo económico, laboral y social, que nos permita conocer con más precisión la realidad y mejorar con ello la toma de decisiones de individuos, empresas y administraciones. En la medida en que la inteligencia digital, por otra parte, requiere accesibilidad y la adquisición y difusión de una nueva cultura y una educación diferencial, a más personas se vean involucradas en las mismas, y sean formadas y duchas en su manejo, más exigirán a las empresas y las administraciones públicas que adopten prácticas digitales.

No se puede, sin embargo, obviar que la aplicación de la tecnología digital dará lugar a la aparición de nuevos proble­mas, derivados de su uso masivo y no considerados en la legislación vigente. En consecuencia, será necesario disponer de nuevas normas jurídicas y un código de ética digital, una exigencia apremiante, si tenemos en cuenta el carácter exponencial del crecimiento de la digitalización.

Es decir, debemos entender la inteligencia digital como el conjunto de habilidades y conocimientos que una institución, empresa o persona debe tener para afrontar la gran transforma­ción en curso. Y poner a punto un nuevo relato, en el que la tecnología y la información ocupen un papel axial. Pero no exclusivo. La tecnología, en sí, es un instrumento poderoso de cambio social, pero las fuerzas que configuran e influencian la creación y difusión de las tecnologías deben ir acompañadas por modificaciones profundas en el ámbito cultural y educativo y en el debate ético subyacente al derecho. Y debiera contemplar las condiciones que asegu­raran la conectividad y la accesibilidad solidaria y sostenible para todos y todas, con una genuina preocupación por los impactos sobre el empleo.

No es otro el objetivo que nos plantea­ mos desde la Diputación de Alicante, la Universidad de Alicante y la Universidad Miguel Hernández de Elche, una iniciativa que quiere contar con empre­sas, instituciones y personas interesadas en favorecer y ayudar a una transfor­mación de largo aliento de la provin­cia de Alicante. Porque la digitalización no es una opción, es el destino: irrepara­ble e ineluctable pero embridable en bien de todos o de la mayoría.