El colectivo Callosa Contra el Ave salió ayer a la calle con fuerzas renovadas para exigir al alcalde, Javier Pérez (PP), y al resto de partidos que retomen la lucha por soterrar el Ave al lado del pueblo exhibiendo pancartas con lemas como "Callosa da la cara, los políticos dan la espalda". Un centenar de personas se unieron a la marcha en la que tuvieron un papel destacado los tres miembros del colectivo que se han encadenado frente al Mercado de Abastos durante tres días y dos noches.

Isis, David y Asun volvieron a colocarse las cadenas y a cada paso el sonido del metal sobre el asfalto recordaba a promesas y peticiones procesionales de Semana Santa. Aseguraban ayer que su motivación ha salido reforzada de la experiencia, a pesar de que en sus gargantas se notaba que han pasado frío ("especialmente por las noches", concretaban) y que han constatado que las protestas tienen que ser "más radicales" para causar efecto. Seguirán organizando actos para informar y para expresar con contundencia su postura: no se conformarán con una solución intermedia, aunque Fomento haya aceptado convertir los taludes de entrada y salida de la montaña en viaductos para permitir el paso por debajo de las vías (solución que satisface al alcalde), porque a nivel medioambiental "nadie nos asegura que no vayan a tocar un acuífero y se seque el paraje protegido".

Sí descartaron haber pasado hambre. No sólo amigos y familiares se ocuparon de que no les faltara de nada, también vecinos que se solidarizan con su causa les colmaron de alimentos que, acumulados, cederán a alguna ONG. Alguna señora con el termo de café era su despertador a las seis de la mañana. De la clase política sólo se acercó un edil socialista que argumentó, dicen, en favor del paso por la sierra. La anécdota la cuentan para desprenderse de todo posicionamiento político ya que Pérez les vinculó directamente a la oposición. Aún hay esperanza, decían, "la sierra vive, la lucha sigue".