Tras 30 años de empeño por descubrir cómo era la Orihuela de hace siglos, Emilio Diz ocupa una de las primeras plazas de arqueólogo creadas por un ayuntamiento en España. El consistorio oriolano advirtió en los 80 que los vestigios que escondía el suelo de Orihuela merecían ser rescatados y estudiados.

¿Qué motivó la creación de su plaza y su contratación?

En Orihuela había importantes antecedentes de yacimientos (desde el trabajo de Julio Furgús, de cuya muerte se celebró el año pasado el centenario). En los 70 se descubrió Saladares -entre Arneva y Desamparados-, en su momento fue un yacimiento importantísimo para la investigación a nivel internacional porque puso de manifiesto cómo los pueblos indígenas del bronce final acaban evolucionando hacia la cultura ibérica gracias a influjos culturales fenicios y griegos. Todo quedó ahí atestiguado.

Actualmente está casi abandonado, ¿qué se encontró?

Importaciones, aunque cuando se excavó no se tenían todos los elementos de juicio, porque después se ha descubierto una factoría fenicia en Guardamar del Segura. Y claro, explicar esos influjos coloniales sin conocer de la factoría... En cualquier caso, habla del proceso cultural hacia la iberización desde el año 850 hasta el siglo IV.

¿Pone de manifiesto que Orihuela era importante entonces?

Fue casualidad, después se han visto otros yacimientos en otros lugares, pero fue a raíz de este descubrimiento cuando el Ayuntamiento muestra interés por la arqueología, primero facilitando las excavaciones y posteriormente creando el museo arqueológico comarcal.

¿Qué hay debajo de la ciudad?

En el casco histórico hemos documentado hasta época islámica, quizás desde época califal. Sin embargo, en San Miguel -donde está el origen de la ciudad- hay un asentamiento y un hábitat ininterrumpido desde 1800 o 1900 antes de Cristo, desde el bronce final.

¿Recuerda de forma especial alguna de sus excavaciones?

Cuando empecé no existía ni siquiera la Ley de Patrimonio Histórico Español, ni la valenciana. Nos movíamos con pleno voluntarismo y no podías parar una obra. Recuerdo empezar a hacer arqueología urbana cuando ya teníamos una apoyadura legal: Se excavó en la puerta de las Cadenas, y en la prolongación de la calle Capilla se halló una casa islámica extramuros. A partir de ahí se han ido sucediendo ininterrumpidamente las excavaciones urbanas. Antes los conocimientos eran teóricos en base a fuentes, ahora se han documentado tres cementerios islámicos, sepulturas, casas, hornos de alfareros, la muralla, varios baños... Tenemos una visión del urbanismo islámico y bajomedieval que no teníamos.

¿Qué desvelan las necrópolis?

Una la cita ya José Montesinos (cronista) cerca del Convento de San Francisco. Otra la excavó Soledad Murcia en el hotel Tudemir y es la más interesante, porque está intramuros y porque ahí se han documentado distintos tipos de sepulturas: Simples fosas con el difunto de cúbito lateral y la cara mirando a La Meca, otras delimitadas por estructuras de adobe, estructuras prismáticas escalonadas sobre la sepultura, y verdaderos mausoleos con inscripciones. Es una evidencia de estratificación social, cada uno pagó la tumba que pudo.

¿Y el cementerio de la calle Arriba, descubierto hace poco?

Sabemos que la calle de Arriba es la segunda morería, la primera estuvo en el arrabal de San Agustín y el Consell decide trasladarla a donde está ahora Santo Domingo.

En verano descubrieron también cuerpos en San Antón.

Fue muy curioso, nos llamó la Policía porque unos críos habían encontrado huesos. Esa necrópolis tiene un ritual totalmente distinto, con fosas cubiertas con lajas de piedra, y la orientación no parece islámica. No se documentó ni el más mínimo ajuar, ningún elemento de juicio para datarla. Allí está la vía pecuaria Orihuela-Alicante, es un camino antiguo, una vía de comunicación, así que encaja con la época romana, cuando las necrópolis están junto a las calzadas.

Debe de ser todo un privilegio trabajar en Orihuela...

Sí, hay muchos yacimientos. Tenemos contabilizados unos 70.

¿Qué hay documentado que aún no haya visto el público?

Hay materiales por documentar, pero lo expuesto es una muestra representativa. Saladares es el gran reto pendiente, habría que documentarlo más, porque desde que se hizo en los 70 ha cambiado la visión de la arqueología comarcal. Cuando se excavó no había otro yacimiento ibérico en la comarca, salvo San Antón y a principio de siglo (entonces la metodología no era la misma). No se conocía la factoría fenicia, ni mucho del mundo ibérico en la desembocadura del Segura. Saladares merecería una revisión, y aún podría dar sorpresas.

¿Y de lo que hay expuesto, qué es lo más significativo?

El Museo de la Muralla es un hito en la Comunidad y en la península, se ha llevado a congresos internacionales. La gente ve cómo evoluciona la ciudad físicamente, metiéndose casi entre las ruinas. Eso es lo que justifica nuestra labor, no somos unos maniáticos que queremos saber el por qué de todo; conseguimos una puesta en valor y una divulgación de la arqueología, y creamos un recurso turístico más.

Y en el Museo San Juan de Dios, ¿realmente observando las piezas se ve otra época?

Más que piezas lo interesante son los conjuntos. Como lo que apareció en la calle Santa Lucía, piezas realmente excepcionales de época islámica (alambiques, para obtener óxidos y pintar cerámicas...). Van más allá de la pieza, atestiguan un trabajo artesano. Lo importante es contextualizar, la pieza que halla un aficionado no dice nada sin el contexto, faltan las piezas para montar el puzzle.