El fervor que el pueblo callosino tiene para con su patrón San Roque es tal, que la figura de este Santo está rodeada de varias leyendas que han llegado a nuestros días a través del boca a boca de viejas generaciones. Son actos que de alguna manera se han convertido en tradiciones marcadas en la idiosincrasia de un pueblo.

Ayer, las calles del casco antiguo de Callosa, volvieron a ser testigos de una costumbre que algunos mayores cuentan que lleva repitiéndose desde hace más de un siglo y medio.

La subida del Farolico de Venancio, que luce hoy en una peña de la sierra, anuncia a las gentes del municipio y vecinos de otros pueblos, que los actos en honor al patrón ya han comenzado.

La historia, que conjuga un halo de misterio y milagro, surge cuando un pastor callosino llamado Venancio se encomendó a San Roque para tratar de salir airoso de un percance que le ocurrió en la sierra.

Y lo consiguió. Cuentan que el ganadero intentó salvar a una cabrilla de su rebaño que se había encaramado a una roca de la montaña de la que no podía bajar, con tan mala suerte, que cayó al vacío por la ladera de la sierra.

En ese instante, el pastor, se encomendó al patrón y le prometió que si salía airoso de aquel infortunio, recordaría el milagro subiendo un farol al mismo picacho del que se desprendió durante todos los años de su vida. El agradecimiento fue tal, que la familia del pastor continuó después con esa promesa que llega a nuestros días en forma de tradición.

De leyenda

Ayer, cinco de agosto, una comitiva formada por gentes del pueblo, representantes de las fiestas y autoridades rememoró aquella leyenda encendiendo el Farolico de Venancio en la sierra. La comitiva, partió de la Plaza de España a las siete de la tarde a ritmo de las tradicionales dulzaina, charamita y tamboril, de la mano de Damián Martínez que, portando una cabrilla, encarnó la figura del Niño Venancio, y de Francisco Manuel Ruiz, Niño Peregrino de este año. Junto a ellos, un grupo del Centro excursionista de la localidad, encargado de subir el farol a la sierra, y como no podía ser de otra manera, las Reinas y Damas, llevando consigo plantas de alhábega para ofrecer al santo.

Invocación

Así, mientras los montañeros procedieron a colocar el farol en la sierra, la comitiva se dirigió a la ermita del santo para asistir al primer día de la novena en honor al patrón, tras la cual, la Invocadora a San Roque 2010, Virginia Mellado, procedió a la Lectura de la Invocación.

Fue la coral callosina San Martín la que puso el broche final al acto, deleitando a los allí congregados con un espectacular concierto. Un año más, el pueblo callosino rememoró la historia de aquel cabrero al que San Roque salvó la vida, tradición que brinda la oportunidad de que por las noches, esa estrella que brilla cada agosto, recuerde con su luz a buena parte de la comarca que la ciudad está ya inmersa en las fiestas de Moros y Cristianos y en honor a su patrón San Roque.