Son una presa fácil para los amigos de lo ajeno: Turistas que llegan a las costas de la Vega Baja a relajarse y se despreocupan de las llaves mientras se bañan en la playa, portan encima todo el dinero cuando van a comprar o no distinguen una placa de Policía auténtica de una falso. Los agentes comprueban cada año cómo los veraneantes son víctimas de los timos más estrambóticos pero también de los más simples, y cómo los índices de criminalidad se disparan por los descuidos y las imprudencias de los recién llegados. Por ello, en colaboración con la Policía, la organización Vecinos Colaborando ha comenzado ya a distribuir retahílas de consejos que se hacen llegar en inglés, alemán y español a los coordinadores que tienen distribuidos por 99 urbanizaciones. Después ellos los harán llegar a los turistas que alquilan apartamentos o frecuentan los centros comerciales y de ocio, con consejos que podrían parecer muy sencillos pero que a veces no están en sus costumbres.

Chris Poole, portavoz de Vecinos Colaborando en Orihuela Costa (la organización está presente también en Torrevieja, Pilar de la Horadada o Algorfa), explica que recomiendan, por ejemplo, que desconfíen de cualquiera que se presente en su casa haciéndose pasar por autoridad y que quiera entrar: "No es el modo de proceder de la Policía española", les cuentan a los recién llegados. Pero está ocurriendo, incluso robos de vehículos por parte de falsos agentes que hacen parar en la cuneta a los conductores.

El inspector de la Policía Local de Orihuela Pedro Tristán confirma que el objetivo de los ladrones es "el turista extranjero, porque pica enseguida". También desde el Ayuntamiento se distribuyen trípticos con consejos, aunque es difícil llegar a estos residentes sin la ayuda de toda esta red de voluntarios. "A veces es tan sencillo como decirles que si van al mercado no deben perder de vista el bolso, o si salen de casa deben cerciorarse de que han cerrado la puerta, pero llegan tan despreocupados que se dejan las ventanas abiertas mientras duermen o las llaves en la toalla mientras se bañan".

La caña de pescar

"El truco más recurrente, aunque poco sofisticado, es el de la caña de pescar: Los ladrones meten un palo por la ventana y atraen hacia sí bolsos o pantalones que han quedado a mano, en los que a menudo encuentran las llaves de la casa. Después entran a su antojo, se llevan lo que quieren y dejan encerrada a la gente por fuera", cuenta. Hay historias frecuentes, como esconder las cosas de valor en el maletero en el mismo aparcamiento, a la vista de quien esté vigilando ("y hay gente que ha hecho de eso su modo de vida", reseña el inspector), o volver de madrugada a casa y dejar sin más la puerta abierta ("no sería la primera vez que pasa..."). Y es que "los hurtos al descuido son la mayoría de los casos", cuenta, y a ello se añade que "las viviendas vacacionales no tienen rejas o alarmas".

Pero toda cara tiene su cruz, y también se dan muchos casos de turistas asegurados que denuncian el último día robos cuantiosos, supuestamente con intención de estafar a sus compañía, y los agentes han aprendido a desconfiar de ellos: "Es un poco sospechoso que el último día, con las vacaciones disfrutadas, te roben 3.000 euros", dice Tristán.

Asustar

Poole explica que "es importante destacar los tipos de delitos que estamos experimentando en la costa. No pretendemos asustar a nadie, sino poner a la mayor parte posible de gente en guardia para ponérselo más difícil a los delincuentes. De hecho, la mayoría son delitos de naturaleza oportunista y tenemos que evitar invitar al ladrón robar". Graham Jones, también de Vecinos Colaborando, sostiene que la organización "vigila" entre veinte y treinta mil residencias a través de los ojos de cientos de personas que forman parte de ella. Su compañero Chris Poole añade, y lo confirmó el inspector Pedro Tristán, que en los dos años que lleva funcionando este grupo de voluntarios se han reducido un 61% los delitos en Orihuela Costa.