Hombre sin medias tintas, procedente de una familia con histórico arraigo, considera que la mayor oportunidad perdida por Torrevieja ha sido y sigue siendo no tener otra alternativa que el fruto que nos presenta el turismo residencial, porque, a día de hoy, las Salinas y la pesca son actividades residuales.

¿Qué es un cronista oficial?

No existe una definición. A todos nos une el amor por nuestra ciudad, el interés por lo que ha sucedido, la investigación de su historia, la interpretación de hechos sobre bases sólidas y documentadas, sin menospreciar las fuentes orales, y colaborar en todo lo que esté en nuestra mano para lograr lo más provechoso para los habitantes.

¿Ha sido Torrevieja un pueblo feliz, como canta una habanera?

Ha habido de todo, como ahora, donde unos cuentan el dinero ganado con la construcción y a otros le quitan la vivienda. En lo económico, nunca ha sido un pueblo rico. Abundaba la masa trabajadora, los salineros mal pagados protagonizaron muchas reivindicaciones desde el último tercio del XIX. Torrevieja fue la primera población alicantina en donde se celebró el Primero de Mayo.

¿Qué oportunidad histórica ha perdido Torrevieja?

La de no tener ninguna alternativa al turismo residencial y de ciudad de servicios. Dependimos de la construcción y ahora, que se ha venido abajo la "Torre de Babel" del ladrillo, el empleo está supeditado a los servicios: hostelería, restauración,... y al cada vez más paupérrimo comercio. Es como si en el siglo XIX las salinas hubieran dejado de explotarse. Sería un pueblo fantasma, vacío de cualquier contenido.

¿Cuáles han sido los hechos más significativos de la historia?

Por resumir citaremos sólo tres hitos: el traslado en 1803 de la administración de las Salinas de La Mata a Torrevieja. El terremoto del 21 de marzo de 1829, que supuso, al quedar derruida, un nuevo trazado urbano, que siguió en 1830 con la consolidación municipal. Y la primera "mecanización" de la industria salinera, en 1844, bajo el arrendamiento del marqués de Salamanca, ya que hasta esa fecha la sal se extraía desecando la laguna, obteniendo una exigua producción y teniendo que soportar sus habitantes los retortijones del hambre. El crecimiento de la población durante el siglo XIX fue imparable.

¿Se puede comparar el crecimiento en aquellos tiempos con los actuales?

En el XIX, Torrevieja pasó de ser un lugar a contar con nueve mil habitantes, cifra que se mantuvo hasta los años 60 del XX con ligeras variaciones. A partir de esta fecha todos conocemos lo sucedido. Hoy somos más de cien mil almas.

¿Cuál fue el eje de aquel desarrollo fulgurante y luego largamente estancado?

Torrevieja podemos decir que arranca hacia 1772, con el inicio de la explotación salinera y el posterior traslado de la administración de la Compañía de las Salinas desde La Mata en 1803. Partiendo de esa fecha, diré que toda su población, directa e indirectamente, dependía de ellas, inclusive la entonces naciente flota de veleros, pues en esos barcos se transportaba sal a casi todo el mundo. La pesca siempre fue testimonial. Con las Salinas se comenzó a formar el pueblo, vinieron gentes de todas partes. Los braceros, antiguos jornaleros agrícolas, llegaron sobre todo del Campo de Salinas y de la Vega Baja; los artesanos, en su mayoría, procedían del Campo de Cartagena. Del litoral valenciano se establecieron patrones de cabotaje, calafates y gentes de diversos oficios relacionados con la mar.

¿No hubo burguesía?

Además del alto funcionariado de las Salinas, no hubo mucha distinción entre clases sociales hasta después del terremoto, entonces comenzó a surgir un pequeño comercio de cabotaje, dependiente de las Rentas Reales, que se extendió a otros negocios paralelos a la venta y exportación del blanco producto, y con pingües beneficios: el contrabando y el fraude. También continúa existiendo en Torrevieja, como desde sus comienzos, una marcada endogamia profesional. Las clases pudientes del comercio casan a sus hijos entre sí para potenciar su economía, al igual que entre pescadores, y también entre las gentes asalariadas.

¿Qué caracteriza al tejido social de Torrevieja?

A día de hoy yo diría que el tejido social está deshilachado y con muchos flecos. Harían falta buenos "zurcidos" buenas "máquinas restauradoras" y que vuelvan a estampar en el dibujo de la bonanza. Yo creo que harán falta dos generaciones para que se establezcan y reposen los actuales estratos sociales y se configuren en uno sólo el "Made in Torrevieja", si se puede admitir como un tipo de marca en la imperante multiculturalidad y, por encima de todo, sentirse torrevejense y trabajar por un futuro común y deseable para toda la población. Creo que esas nuevas generaciones, ya nacidas, están empezando a sentir, desde su interior, el significado del gentilicio torrevejense. De no suceder así, podrían surgir problemas de desarraigo, marginación y aislamiento.

A pesar de no ser adivino, ¿cómo ve el futuro?

Las Pymes cada vez tienen menos capacidad para competir con las grandes superficies, a la vez que se adolece por la escasez de aparcamientos gratuitos. Además, hay una necesidad de establecer un comercio especializado y personalizado, olvidándose de lograr tan pingües beneficios como hasta ahora se habían obtenido. Y, no olvidemos, lo importante que puede ser el establecimiento de actividades industriales. Es una opinión personal, porque a mí me gusta más, en algunos sentidos, apoyarme en "las muletas del pasado" para construir un futuro, y está claro que puedo equivocarme.

¿Y qué puede pasar?

Yo pienso que muchos de los hoy habitantes puede que emigren y que por esa ósmosis se estabilice la balanza paro-trabajo, aunque también tenemos la sombra de muchos residentes cautivos de su vivienda, quedándoles parte de ella por amortizar, arrastrando una penosa "cadena" con la sombra de la necesidad, la carestía, la indigencia y la inopia. Pero quiero ser optimista y pensar que solventaremos los problemas entrelazando un tejido social fuerte, que soporte cualquier tipo de adversidades.