Cerrada desde 1990, la iglesia de San Agustín necesita una reforma profunda que costaría más de un millón de euros y para la que nadie hoy por hoy pone fecha. Sin embargo, la seguridad de los peatones que pasan cerca del templo (cuya construcción se inició en el siglo XVIII) y la necesidad de mantener un mínimo ornato llevaron a la Concejalía de Urbanismo a instar a la diócesis de Orihuela-Alicante a que ejecutara una serie de actuaciones por valor de unos 30.000 euros. Eso es lo que se está haciendo en la Iglesia y en la cúpula desde principios de año.

Las obras durarán unos quince días más y hasta ahora han consistido en la retirada de fragmentos de la torre que eran inestables y de gran tamaño (piedras del tamaño de un balón o de un cubo) y que no estaban tan sueltas como para desprenderse por rachas de viento, pero quizás sí por un temblor de tierra o por el desprendimiento de elementos en los que estuvieran apoyadas. La empresa Doalco, contratada por la Diócesis, se está encargando también de limpiar los pavimentos interiores del templo y exteriores (alrededor de la cúpula) que se habían llenado de "cientos de kilos de excrementos de aves", según el concejal de Urbanismo, Antonio Zapata (PSOE), generando un sobrepeso que había llegado a deformar la estructura. Tras limpiar la cubierta y la sobrecubierta de la cúpula y la zona lindante con la calle Rodeo (no solo de excrementos, sino también de vegetación que había ido creciendo en las partes altas de los contrafuertes y alrededor de la cúpula), se ha procedido a construir nuevas sobrecubiertas porque las originales estaban parcialmente hundidas y a impermeabilizar (para ello se repondrán también las tejas perdidas). La entrada de aves se impide desde ahora con malla metálica, evitando que aniden dentro de la nave del templo. Como medida de seguridad y ante la evidente inclinación de la torre, también se han colocado testigos que se irán comprobando con levantamientos topográficos periódicos para averiguar si aún se mueve.

Zapata señaló que el papel del Ayuntamiento ha sido contactar con la Diócesis y trasladarle los problemas de seguridad detectados con la Inspección Técnica de Edificios (había llegado un punto en que la Seguridad Social amenazó con cerrar la oficina lindante por miedo a desprendimientos) e indicar cuáles eran las obras necesarias para "aprobar" la inspección a la que obliga una nueva ordenanza: "La Iglesia va a seguir cerrada pero no va a empeorar porque se va a evitar el amontonamiento de suciedad, la entrada de lluvias o aves y se van a colocar testigos. Lo que interesaba a Urbanismo era evitar el peligro y la reintegración visual de San Agustín, algo que se está logrando".