Cuentan que desde hace siglos los agricultores invocan a San Isidro para pedir que las lluvias sean abundantes para obtener buenas cosechas y ayer, día de la festividad en honor a este santo, una gran tormenta con granizo sorprendió a los romeros que disfrutaban la celebración de esta onomástica en Cox.

La romería para honrar al patrón de los agricultores y pedir protección para las cosechas permitió a los cojenses disfrutar de un día al aire libre en compañía de amigos y familiares hasta aproximadamente las 17.30 horas, cuando el aguacero deslució la tradicional celebración de festividad a la que como cada año asistieron cientos de personas.

Con un ojo puesto en el cielo por la temida previsión de chubascos, el pueblo de Cox madrugaba ayer para acudir a la misa de campaña frente al santuario de la Virgen del Carmen, lugar en el que cada año se inician los actos de esta festividad. El rito religioso estuvo oficiado por el párroco de la localidad, Vicente Alonso, quien pasadas las 9 de la mañana iniciaba el primero de los actos del día. Frente a los centenares de feligreses que abarrotaron la mitad de la principal glorieta del municipio se erigía la imagen de San Isidro Labrador compuesta por la talla del santo, los dos bueyes y el ángel.

La composición de imaginería se integró después en la romería subida en un carro decorado para la ocasión con una gran variedad de frutas y verduras.

La celebración de los actos en honor a este santo en Cox se remonta a la década de los cuarenta, cuando empezó a salir en procesión la talla donada por la Cámara Agraria en los años de posguerra. Los cojenses se encomendaban así al patrón de los campesinos para pedir una siembra rica y abundante que permitiera alimentar a la población en esos tiempos tan difíciles para asegurar la prosperidad del municipio.

Muchas cosas han cambiado desde entonces pero hay una que se ha mantenido con el paso de las décadas: hoy siguen siendo muchas las familias de Cox que viven de la agricultura y de la compraventa de productos del campo.

Lo cierto es que la romería de San Isidro Labrador supone hoy día la gran fiesta de primavera que saca a la calle a la práctica totalidad del pueblo. Tras la celebración de la eucaristía de la mañana, los participantes se dirigieron en romería hasta la ermita de este santo, emplazada en la sierra, bailando las tradicionales jotas aragonesas y rondallas que alegran la fiesta desde que se empezó a realizar en los años cuarenta.

Ya en el paraje de la ermita, la fiesta empezó con música y aperitivos, seguió con almuerzos entre grupos de amigos y familiares y continuó hasta que la lluvia hizo su aparición. No obstante, la tormenta no minó las ganas de fiesta de muchos jóvenes, que concluyeron la jornada en los bares de la localidad.