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Torrevieja

Una plaga de conejos arrasa las viñas materas

Los animales, acuciados ante la falta de alimento por la sequía, acaban con el 70% de la producción de uva de este año

La cosecha de uva de La Mata lo tiene más difícil todavía. Por si no fuera bastante la extrema sequía que padece y el adverso medio salino en el que logran sobrevivir las viñas materas, los conejos y las liebres se han comido buena parte de la producción de uva de este año. Los agricultores que han comenzado a recoger el fruto en la que es una de las vendimias más tempranas de Europa, hablan de unas pérdidas que alcanzan el 70% de lo que habitualmente es posible obtener en algunas parcelas.

Todo pasa además en el marco de un Parque Natural protegido -el de las lagunas de Torrevieja y La Mata-, sin que desde la dirección del mismo se haya adoptado alguna medida para evitar el problema. Algunos arrendatarios critican abiertamente lo que consideran dejadez de la administración, otros lo hacen en voz baja. Mientras la Generalitat se empeña en difundir iniciativas de voluntariado ambiental.

Son conejos y liebres, pero dentro de esta fauna de efectos devastadores para este cultivo tradicional también hay que hablar de las tórtolas, de las palomas y de ardillas que arremeten contras las viñas porque, según entienden los mismos agricultores, ya no encuentran con qué alimentarse en los terrenos del Parque debido a dos factores que además se dan la mano durante estas fechas: la fuerte sequía -apenas han caído 40 litros por metro cuadrado en lo que va de año-, y la proliferación de campos sin cultivar alrededor de las fincas que los materos mantienen en producción. La escasez de lluvias ha provocado la desaparición de la vegetación espontánea de las tierras en barbecho, que son siempre el alimento más próximo apara estos mamíferos. Además estos campos abandonados alrededor de los viñedos -que antes sí se explotaban-, constituyen el mejor hábitat para que construyan sus madrigueras, y una vez han acabado con la poca comida disponible a su alrededor antes del verano, pasan a cebarse con los viñedos.

Primero se comen las uvas, después pasan a los sarmientos hasta llegar las hojas, según explicaba ayer Rafael Bernabé, un bodeguero empeñado en poner en valor los singulares caldos de La Mata, que desafortunadamente se conocen más en otros lares -Londres y Nueva York- que en la propia Alicante. Algunas de estas cepas rastreras, con más de sesenta años, están «peladas» por completo. Ni hojas, ni sarmientos, ni por supuesto uva. Otros vinateros han optado por soluciones llamativas aunque se desconce su grado de efectividad. En las parcelas situadas junto a las instalaciones de la dirección del Parque Natural, en el centro de interpretación, las viñas aparecen protegidas con bolsas y botellas de plástico en el intento de impedir que los animales las devoren.

En La Mata podrían estar a plena producción unas 80 hectáreas de viñas, pero la pasividad del Parque Natural que tiene la competencia de gestionar estos, en su mayoría patrimonio del Estado, impide que entre savia nueva a ese cultivo lo que ha provocado que se hayan ido abandonado poco a poco. El interés mostrado por bodegueros profesionales en adquirir estas cosechas e introducir sus singulares caldos en el circuito comercial nacional e internacional -incluso elaborando un cava matero-, más allá de la producción de vino artesanal que tradicionalmente se ha llevado a cabo en esta población, está impulsando algunos proyectos de recuperación en los últimos años que pasaban por incluir esas hectáreas en el consejo regulador de vinos de Alicante. Pero la compleja naturaleza colonial de la propiedad de estas tierras y las pretensiones del Parque Natural de gestionar los derechos de cultivo suponen trabas para esta inclusión.

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