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Orihuela

Sillas dignas de un palacio

El Museo de Arte Sacro recupera dos jamugas nazarís únicas ya que solo se conservan otras dos en Granada y Nueva York

Una de las jamugas nazarís y la colgadura que recupera aspectos palaciegos del museo. Tony Sevilla

La sala de restauraciones del Museo Diocesano de Arte Sacro esconde en un rincón y a buen recaudo dos sillas que son dignas de un palacio como el que acoge el principal arte religioso de la Diócesis de Orihuela-Alicante. Entre los múltiples trabajos de la restauradora de la entidad museística, Pilar Vallalta, se encuentran dos jamugas nazarís que el historiador y secretario de la comisión diocesana para los bienes culturales, Mariano Cecilia, considera como «únicas» porque, según explica, solo existen dos sillas como estas en todo el mundo: una en el museo de la Alhambra en Granada y otra en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Estas dos piezas de arte mobiliar se encontraban en el Colegio de Santo Domingo. Al parecer y según comenta Cecilia, fueron adquiridas por el obispo Fernando de Loaces a finales del siglo XV. El historiador explica que estas jamugas tuvieron que suponer una gran inversión porque en aquel momento eran consideradas «piezas de lujo ya que la gente aún se sentaba en el suelo con cojines al estilo morisco». Por lo tanto «sentarse en una silla era símbolo de poder», añade.

El coste elevado de estas sillas no solo se debía a que eran consideradas piezas de lujo sino porque además eran verdaderas piezas de artesanía. Fabricadas con madera y cuero repujado para el respaldo y el asiento, las jamugas son un auténtico trabajo de marquetería realizado en madera, hueso pintado en verde e incrustaciones de plata. Todas estas piezas que se iban añadiendo una a una, según la técnica artesanal de revestimiento denominada taracea, formaban patrones decorativos que se repetían a lo largo de toda la estructura de la silla «pero si se observa con detenimiento se puede comprobar cómo el trabajo se ha realizado pieza a pieza porque ninguno de los dibujos son exactamente iguales aunque formen una cenefa», dice Cecilia.

Exposición

En el Museo de Arte Sacro no solo restauran aquellas piezas de arte que hay expuestas o que van a exponer entre sus salas sino que también reciben encargos de la archicofradía de Nuestra Señora de Monserrate y el cabildo catedralicio, entre otros. Sin embargo en este caso estas sillas sí que van a formar parte de las obras de arte que se pueden disfrutar en el palacio. Desde que las jamugas llegaron a la sala de restauraciones del museo hace más de siete meses, el historiador ha investigado cada uno de sus datos y ha descubierto que son piezas únicas que deben ser expuestas al público ya que, por ejemplo, «la jamuga granadina ocupa un lugar excepcional en el Museo de Carlos V en la Alhambra». De esta forma, ya está buscándoles un espacio para que las puedan disfrutar todos sus visitantes mientras Vallalta prosigue con su trabajo de restauración en el que ha estado ayudada varios meses por alumnos en prácticas de la Universidad de Murcia.

Las sillas se encontraban muy desgastadas por el uso y muy sucias. En este sentido, el trabajo de la restauradora ha consistido en limpiar cuidadosamente ambas jamugas porque aunque hay piezas de la cenefa que se han perdido «no las vamos a recuperar, queremos dejarlas así». Asimismo el cuero del asiento y del respaldo va a ser tratado para que recupere su brillo ya que está desgastado.

Más restauraciones

En la sala de restauraciones también hay otras piezas de arte mobiliar porque la entidad museística quiere recuperar los aspectos palaciegos del espacio. En este sentido están restaurando las sillas del palacio episcopal para colocarlas en sus estancias correspondientes. Vallalta, ayudada de varias colaboradoras que trabajan de forma voluntaria, ha tratado la madera sellando cada uno de sus agujeros y ha vuelto a tapizar cada una de ellas. Aunque hay muchas, ya se han recuperado seis del salón amarillo del museo que ya están expuestas. Asimismo la entidad museística ha recuperado las colgaduras de las puertas del salón rojo, el del obispo, que conecta directamente con la sala donde está expuesta una de las mayores obras de arte de la entidad: «La tentación de Santo Tomás» de Velázquez.

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