Cuando han pasado cinco semanas de la tormenta que azotó el litoral torrevejense el 1 de noviembre, algunas zonas del Barrio de San Roque, en especial la calle Benejúzar o la Avenida Desiderio Rodríguez, que continúan con numerosos cristales en el suelo sin barrer, así como con bolardos derribados sin retirar o arreglar.
Esta estampa se une a los desperfectos en las baldosas que rodean al contenedor soterrado de dicha calle, así como a mucha suciedad que es fácilmente visible. En definitiva, elementos que conforman un cuadro general de abandono de una de las zonas urbanas más cercanas al mar del municipio, y que apenas dista dos kilómetros de la zona del Ayuntamiento.
En el caso de los cristales, una de las viviendas del edificio Bigastro, al inicio de dicha calle sufrió una rotura a consecuencia del fuerte viento, quedando esparcidos los restos por el asfalto, en una calle en la que hay seis plazas de aparcamiento, siendo la mitad para discapacitados.
Sea como fuere, cuando han pasado más de 5 semanas del temporal, los cristales siguen por el suelo conllevando un riesgo de pinchazos para los vecinos y para los clientes de los locales hosteleros de la zona, algunos de los cuales, unos metros más arriba y en la misma calle, son de los más conocidos del municipio.
En el caso de los bolardos, de diseño desfasado y consistente en un cilindro metálico con una rudimentaria base anclada al asfalto, hay uno en el inicio de dicha calle derribado, y que lejos de cumplir ninguna función, sólo puede ser usado como arma arrojadiza en caso de vandalismo. Por su parte, dos calles más hacia el sur, en la calle Almoradí, otros dos bolardos están derribados, permaneciendo junto a una farola y sin cumplir ninguna función.