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A Sotavento

"Agua va"

"Agua va"

En pleno veranico de San Miguel en Torrevieja ...y otro otoño más sin la Sanmiguelá. La cuentan algunos muy viejos del lugar, asegurando haberlo oído decir a sus abuelos cuando una vez en el citado día del Arcángel llovió tanto que el agua a su paso por el puente de La Glea, en la vecina Dehesa de Campoamor, llegaba casi a cubrirlo. El puente todavía sigue operativo como vial de servicios. Lo concibieron sólido y calculando los caudales procedentes de todas las ramblas que desembocan el en Río Seco. A lo mejor sólo fue en una leyenda agrícola lo de aquellas lluvias.

Con el paso del tiempo se construyó una variante, pues el puente solo tenía un carril de circulación. Para el nuevo vial se redujo la capacidad del paso de las aguas. Luego vino la autovía Alicante-Cartagena y los puentes sobre el Río Seco todavía se hicieron más pequeñicos.

Había oído decir que el llamado Hondo del Marino, tramo de la N-332 entre la pedanía de La Mata y el Alto de la Casilla en Torrevieja, se había inundado alguna vez. Como el agua, según se dice, tiene sus escrituras, en el otoño de 1988 estuvo lloviendo torrencialmente durante toda una noche. Cayeron bastante más de doscientos litros por metro cuadrado. La carretera estuvo cortada el tráfico durante varios días, los vecinos de las primeras viviendas turísticas edificadas en su margen derecha se vieron con el agua al cuello y la laguna salinera se colmató, perdiéndose toda la cosecha de sal.

Unas semanas después coincidí con el promotor más importante del sector afectado. Aquel emprendedor mostró su determinación de seguir levantado chalés (como lo hizo a mansalva) en la zona inundada esgrimiendo este argumento: «Cuando vuelva a llover así otra vez yo ya estaré mucho tiempo bajo tierra».

De aquello hace treinta años. Acudimos al entierro de aquel empresario, no ha vuelto a llover desde entonces, con la misma intensidad.

Por estas fechas también se solía esperar el temporalico del cordón de San Francisco, una situación meteorológica marcada por el viento de levante, fuerte marejada, y lluvias. Al ser aquel el primer temporal después del verano, las playas se poblaban de buscadores de oro, monedas y joyas perdidas por los bañistas. Todo cambia,la limpieza de las playas y las medidas para evitar inundaciones.

Actualmente existen más medios técnicos en la administración, a la hora de ubicar centros públicos promovidos y financiados por autonomías o gobierno central. Por ello me llama la atención la beligerante actitud de la comunidad escolar del colegio Amanecer. Llevan diez años funcionando en aulas prefabricadas y a la hora de reivindicar la construcción de su nuevo colegio se empeñan en que sea en la Urbanización Villa Amalia, lugar donde en un principio el anterior equipo de gobierno municipal, sin encomendarse a Dios ni a su madre, prometió ubicarlo. Han tenido que venir los técnicos de la Consellería para corroborar lo dicho por los vecinos de aquel paraje. Últimamente se ha inundado más de una vez, sin necesidad de lluvias torrenciales. Les han propuesto otro lugar pero no están conformes.

Pues bien, tras una década sin decir ni pío padres y madres, niños y niñas y presumiblemente algunos o muchos afectados que se la tienen jurada al pentapartito, si todo ha salido como estaba previsto, se habrán manifestado protestando por las calles torrevejenses.

Siempre me ha gustado que la gente se manifieste y no voy a cambiar ahora. Por lo general, el personal en este pueblo ha estado mucho tiempo reprimido. Eso sí. Me hubiera hecho ilusión ver al pentapartido sacar provecho de los manifestantes, haciéndolos coincidir con los turistas del cruserico (menos da una piedra) y que los orondos alemanes que desembarcaron en esta tierra confundieran la manifestación con un acto de bienvenida. Y si a la vez pasa un entierro, mejor que mejor.

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