La Plaza de la Constitución de Torrevieja. La Glorieta, como siempre la denominamos aquí, al margen de vaivenes políticos, fue y sigue siendo el principal punto de encuentro de las celebraciones locales al aire libre.

La Glorieta congrega a los vecinos en fechas significativas, como los actos de los días de la Constitución, la Comunidad Valenciana o la fiesta del Pilar y de la Guardia Civil, además de otras celebraciones religiosas y laicas.

Soy de pueblo y me gustan las cosas de mi pueblo. Suelo acudir a casi todas ellas con actitud respetuosa (dentro de lo que cabe) pese a no ser muy dado a secundar vítores ni aplausos.

Pero mira por dónde el pasado domingo me despisté y de buena mañana puse rumbo a Ferrís a solidarizarme con los de la plataforma en defensa del único paraje virgen que queda en la costa torrevejense.

Allí encontré a un reducido grupo de personas con bolsas para recoger basuras y «naneando» por el esfuerzo de acarrear bidones de agua.

Hablé con Rafael Cordones y con Vicente Henarejos, dos profesores de instituto con muchos años desempeñando su magisterio entre la juventud local. A ambos se les podría calificar de activistas, con muchas batallas en el mundo de la enseñanza, en el sindical...

Ellos me dijeron que iban a quitar desperdicios y regar, en lo posible, las palmeras que han quedado fuera del nuevo muro de la sinvergonzonería perpetrado contra Torrevieja y sus gentes de bien. Comentaron: «Es nuestra forma de celebrar el Día de la Comunidad Valenciana».

Caí en la fecha, deje el palmeral y pude aparcar en La Glorieta justo a tiempo de contemplar la «escena» protagonizada por Joaquín Albaladejo, nuestro diputado en la Cortes Generales y, por supuesto, escuchar el himno del Maestro Serrano, y el de la Guardia de Los Alarbarderos.

Lo de Joaquín fue tragicómico. El diputado a «arreones» y «achuchando» se abrió paso hasta situarse junto al mástil y las primeras autoridades municipales. Se movía el diputado como si mendigara salir en la «foto» a la hora de izarse la bandera. Se colocó Joaquín en primera fila. Había sido invitado a estos actos en numerosas entidades y municipios pero no a la de su pueblo (otra que te pego). Los del pentapartido en esta ocasión no se mostraron tan fieros como los pintan, aunque alguno de ellos se reprimiera.

Recordé un pitote similar. Fue a la salida de la procesión, un día de San Vicente Ferrer, cuando el actual edil de APTCe en el gobierno municipal Domingo Soler Torregrosa, quien es el que ahora decide en protocolo, había roto sus lazos con el Partido Popular local, su partido de toda la vida.

En aquel lance y al salir del templo la custodia bajo palio, Domingo intentó formar parte de la presidencia del cortejo en función de su cargo como concejal. Sus excompañeros populares lo echaron a empujón limpio.

También, siguiendo con la Glorieta, acudí el miércoles, a lo de la Guardia Civil. Hubo izada de la bandera, himnos y vítores. Volví a echar de menos entre la nutrida representación de autoridades militares, que el reducido número de legionarios fieles a esta cita siguiera sin traer la cabra. Nunca han venido con ella.

Estaba como siempre, eso sí, con renovado ardor y ánimos Heredia, José Heredia Pacheco, guardia civil en la reserva y cincuenta años entre nosotros. Uno de los guardias de toda la vida, de aquella vida cuando en este pueblo nos conocíamos todos. Heredia, a quien le gusta al llegar estas fechas poner a toda pastilla los himnos militares en su coche, se encarga con detalle y sentimiento de proclamar los vivas de rigor coreados por el respetable.

En la Glorieta coincido y saludo a todo el arco político local. Estuve, entre otros con Alejandro Blanco, concejal de Sueña Torrevieja, uno de los pilares del pentapartito. Últimamente Blanco está en el blanco de las conjeturas, junto a Pablo Samper. Ambos se han convertido en sendos mirlos blancos del PP para sacarles de la angustia vital y del estado de desesperación que les embarga por no haber podido, a estas alturas, articular su ansiada moción de censura contra el alcalde José Manuel Dolón García.

Por el «pampaneo» veo a los populares porfiando hasta el próximo mes de junio. A lo peor a estas alturas, me ocurre como a ellos: confundo mis deseos con la realidad.