Orihuela se quedó muda la noche del Jueves Santo para ver procesionar la imagen del Cristo del Consuelo en la Procesión del Silencio. La salida del trono desde la parroquia de Santiago Apóstol entre un mar de gentes y acompañada por medio millar de alumbrantes en una ciudad a oscuras en señal de recogimiento, hizo que una vez más el tambor que rasga la noche sonara como un único corazón que todos quieren escuchar. Desde que en el año 1939 un grupo de oriolanos fundara la hermandad, la austeridad, el recogimiento y la meditación que ha sabido transmitir hace que hasta el obispo Jesús Murgui no encuentre mejor lugar, como también le pasó a sus antecesores en el cargo, para recordar en oración uno de los días más especiales de cualquier cristiano: La muerte del Salvador. El presidente de la Cofradía, Ignacio Martínez, a la sazón presidente de la Semana Santa de Orihuela, recordaba cómo hay creyentes y no sólo de España que vienen al menos una vez en su vida a participar de este rito de fe y creencia en uno de los lugares que mejor la ha sabido transmitir.

La procesión del Silencio es una procesión sin prisas, lenta y parsimoniosa, en la cual no están permitidas ni las carreras ni las voces, sólo el silencio que se deja sentir en las calles del casco histórico y que se va desplegando, como una mancha de aceite a medida que el cortejo se va extendiendo por algunas de las calles más estrechas de la ciudad. Primero por la calle Hospital, después por el Marqués de Arneva, por Santa Justa, por López Pozas donde los faroles parecen zigzagear permitiendo ver en su magnitud y lo que es la procesión con el cristo débilmente iluminado... y así cruzando los puentes hasta regresar a la Parroquia de Santiago Apóstol, lo que estaba previsto que sucediera después de la una de la madrugada en una noche en la cual nadie duerme en Orihuela.

La imagen, obra de José Pucho en 1795, sale en un trono a ruedas hecho de madera de ciprés por un artista local, por Juan Balaguer. El Cristo del Consuelo es un cristo muerto, con una lanza que ha atravesado su costado que aún no aparece descolgado de la cruz. Es un cristo en el último estertor de la vida y aún parece que su cuerpo contenga el último aliento. La sombra de la imagen se dibuja sobre las fachadas de las casas nobles moviéndose a medida que el trono se aproxima. Quien está en la calle contigua esperando tiene, de este modo, consciencia de lo que está a punto de contemplar. Es difícil describir uno de los momentos más importantes y al mismo tiempo más tristes de la Pasión en Orihuela.

En otro orden de cosas, esta madrugada estaba previsto que saliera en procesión el Cristo de la Buena Muerte desde el colegio de Santo Domingo después de proceder a su misa (en la que siempre se tiene un recuerdo para los cofrades que ya no están) y a su procesión claustral que desde hace algunos años es un acto de fe interior al cual no está permitido el acceso de más personas que los propios cofrades que participan de él.