«Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias... Dejadme la esperanza». Este famosísimo poema del poeta oriolano Miguel Hernández, «Canción última», fue uno de los que le recitaron ayer al candidato a la secretaría general del PSOE, Pedro Sánchez, en su visita a Orihuela. Y, aunque fuera casual, parecía bien escogido para plasmar la situación que atraviesa este partido, con la pugna que mantiene Sánchez con Susana Díaz, principalmente, y con Patxi López, por liderar el PSOE.

El otro poema que los componentes de Teatro Expresión, Manuela García y Sebastián Andreu, le recitaron al ex secretario general socialista en el patio de la Casa-Museo Miguel Hernández, fue «Canción del esposo soldado».

La visita de Sánchez ayer a la capital de la Vega Baja fue fugaz, no llegó a 30 minutos, tras posponerse el sábado por una indisposición del socialista. A su llegada, en el Arco de Santo Domingo, lo esperaban una treintena de cargos y militantes del PSOE de la comarca, entre ellos los concejales del grupo municipal socialista en Orihuela, a excepción de Carolina Gracia y María del Carmen Moreno, el alcalde de San Isidro, Damián Sabater, el exregidor de Bigastro, José Joaquín Moya, el almoradidense Rubén Ferrándiz (el único de la ejecutiva socialista comarcal) y la exteniente de alcalde de Orihuela, Antonia Moreno, a quien Pedro Sánchez cogió por el hombro en su paseo hasta la Casa-Museo, donde fue recibido por un nutrido grupo de simpatizantes socialistas al grito de «presidente, presidente».

Preguntas

Sánchez evitó las preguntas «incómodas» de los periodistas, como la de si promulgará una moción de censura con Podemos y los nacionalistas si alcanza la secretaría general del PSOE, y prefirió dirigirse a los asistentes, micrófono en mano, a las puertas del museo, tras firmar en su libro de visitas. «Al PSOE le vamos a dar la vuelta, lo vamos a regenerar. Somos muchos para conseguir un partido más abierto y plural», señaló. Sánchez se llevó como recuerdo dos poemarios y una réplica de la «Paloma Atada» de Azorín de los Murales de San Isidro que, bromeó, «colgaré en mi despacho de Ferraz».