Ajena a la furia urbanizadora que jalona el litoral de Orihuela, una especie de oasis vegetal sobrevive junto a las reconocidas calas de la costa oriolana. Se trata de la microrreserva de flora de Punta de la Glea, en Campoamor, paraje conocido como barranco de Aguamarina que termina en una playa fósil de unos 125.000 años de antigüedad. La Consellería de Medio Ambiente le otorgó en 2012 esta protección por su variado y rico patrimonio vegetal, con especies autóctonas, algunas de las cuales sólo crecen en estas escasas siete hectáreas que cuentan con flora en peligro de extinción. Sin embargo, lejos de mantenerse en las mejores condiciones para proteger la delicada vegetación que pervive allí, la microrreserva presenta un aspecto descuidado, donde el barranco parece más un estercolero, y la flora protegida apenas se puede distinguir entre los matojos de las plantas invasivas y la mala hierba.

Si se acerca a esta privilegiada zona, además de comprobar la dejadez en su limpieza, lo primero que verá son gatos. La microrreserva está tomada por colonias de gatos asilvestrados. Se estima que una veintena viven aquí y cada vez son más los felinos atraídos por la abundancia de comida y agua que algunos vecinos les proporcionan en recipientes repartidos por toda la zona.

No sólo «molestan» al crecimiento de la flora los gatos, también la abundante suciedad con bolsas, papeles y botes que se acumulan en el barranco, donde no intervienen las brigadas de limpieza. Se trata de un espacio protegido por la Generalitat Valenciana, pero parte de su mantenimiento corresponde al Ayuntamiento de Orihuela. En realidad son las dos administraciones las responsables del estado en el que se encuentra este singular espacio protegido. El Consell tiene la obligación de proteger este paraje, si bien en 2012, tras su declaración como reserva de flora, se comunicó al consistorio oriolano, propietario de los terrenos, las medidas de protección y compromiso con la zona protegida. En ese acuerdo se señalaba que el Ayuntamiento será el encargado de la recogida de semillas de las plantas protegidas, la eliminación de especies exóticas y de la prohibición absoluta de cualquier actividad urbanística, terrestre o marítima en la zona. Algo que, en el caso del desbroce para evitar especies invasoras no se está haciendo.

La Federación de Asociaciones de Orihuela Costa (FAOC) denuncia que en los últimos años «no hemos visto, prácticamente, más actuaciones en la microrreserva que alguna limpieza y desbrozamientos muy esporádicos». Así lo señalan en un escrito, que ayer pasó por registro del Ayuntamiento, y dirigido al área de Medio Ambiente que coordina el edil Miguel Ángel Fernández.

El portavoz de FAOC, Tomás Moreno, explicó a este diario que la zona «se ha convertido en un estercolero, hay mala hierba, recipientes de gatos y basura que no se limpia nunca y es necesario un mantenimiento porque las especies invasoras están tapando a la flora autóctona». La federación de asociaciones señala en su escrito que «la inacción» del Ayuntamiento está provocando una serie de deficiencias que enumera, como las colonias de gatos, los hierbajos, la basura, que los matorrales están invadiendo el paseo por la falta de poda o que la senda peatonal presenta zonas por donde no se puede ni pasar por la maleza.

«Revegetación»

El edil de Medio Ambiente, Miguel Ángel Fernández, aseguró ayer a INFORMACIÓN que es consciente del mal estado en el que se encuentra la microrreserva y por eso «estamos preparando una actuación, con una memoria valorada, para "revegetar" la zona en los próximos meses, en colaboración con la Concejalía de Playas». Fernández explicó que ya se valló La Glea y que dispone el Consistorio de flora propia de las dunas, de dos viveros de la región, para recuperar este espacio. «Vamos a revegetar para evitar que se vaya la arena y a vallar para que menos gente pise el terreno».

Sobre la presencia de colonias de gatos, el concejal culpó de «falta de civismo» a los vecinos que alimentan a estos animales en una microrreserva de flora y anunció que se impondrán sanciones a quien se salte la ordenanza «con una mayor inspección policial». En la mano de todos está que este espacio protegido no se siga marchitando.