Colores chillones, fluorescentes. Miles de formas llamativas. Incontables, como la misma arena. Un manto de microplásticos se extiende por la playa. Forman parte del paisaje cotidiano de nuestro litoral, reflejo del final del recorrido de usar y tirar que rodea nuestras vidas de supermercado. En un sencillo sondeo se pueden hallar 3.200 fragmentos por metro cuadrado. Al garbillar la arena se harta uno de contar fragmentos:tapones, pajitas, trozos de bolsas, de botellas, objetos inclasificables... de plástico. Es la playa de los Tusales, al norte de la desembocadura del río Segura, por la que llegan todos los años toneladas de estos restos de envases, que no solo afean el paisaje, también se infiltran en la cadena trófica de peces y aves en el mar y la playa. Desembocan por el cauce antiguo a través de las azarbes del sistema de riego tradicional -pese a la pantalla de retención- y, sobre todo por el nuevo, que discurre en paralelo cuando hay crecidas del río, como la de hace unos días. La erosión del mar convierte botellas de agua o de refrescos en ese mosaico multicolor que ocupa esta playa única, salvaje, hábitat de especies vulnerables, aislada entre el mar, la pinada y un espectacular cordón dunar.

Sergio Arroyo, portavoz de Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), explica que la marea de plástico -sólidos flotantes en terminología administrativa- comenzó hace unos ocho o nueve años. Antes se veían pero sobre todo eran residuos agrícolas. «No somos conscientes de hasta qué punto se ha generalizado el uso del plástico, sobre todo desde que dejamos de beber agua del grifo».

Un vertedero en la desembocadura del Segura en Guardamar

No es solo contaminación ambiental estética, que afea y molesta. Es tóxica. Para fabricar los envases se emplean hasta 200 aditivos. «Tenemos interiorizado que es un material neutro. Pero es tóxico y de eso habría que mentalizar a la gente ya que se puede convertir en un problema de salud pública, a largo o corto plazo, no lo sabemos», recuerda Arroyo. Los propios fabricantes recomiendan a los consumidores que no reutilicen las botellas, señala. El plástico se degrada y puede resultar nocivo para la salud. «Los ayuntamientos son los responsables de la recogida de estos residuos de las zonas por las que pasa el río. Han mirado para otro lado. Igual que la Generalitat o la Confederación Hidrográfica (CHS), con la competencia de vigilar el dominio público hidráulico». Solo el debate abierto sobre esta plaga ambiental del microplástico y las denuncias de grupos ecologistas ante el comité de peticiones de la Unión Europea han hecho que esas administraciones comiencen a «moverse» por resolver un problema que se suma a los otros que arrastra el Segura desde hace décadas en relación a su escaso caudal o la calidad de sus aguas.

Un mar de microplástico en Guardamar del Segura

Un mar de microplástico en Guardamar del Segura TONY SEVILLA

La primera reacción de la CHS fue acusar a los agricultores tradicionales, pero la mayor parte de estas basuras son domésticas, de la Vega Baja y de aguas arriba de Orihuela, de la ciudad de Murcia. La única manera de parar este manto contaminante es que los residuos no terminen en el río. Las rejillas automáticas se utilizan en otras zonas de riego como el campo de Elche, desde hace años, y se van a instalar en la Vega Baja. Pero son los municipios los responsables legales de retirar los envases y plásticos que se acumulan.

Los operarios de la empresa pública de limpieza de Guardamar acondicionaban la playa y su camino de acceso tras el temporal. La lengua de plástico sobre la arena no tiene el mismo espesor en todas partes. Depende de la fuerza de los vientos, y se extiende por el litoral hasta Torrevieja. Tras cada temporal lo normal era retirar miles de kilos de residuos vegetales, incluso animales, arrastrados por la corriente. Pero con la capa de microplásticos es como garbillar el agua. Unos quedan enterrados. Otros desaparecen y vuelven a aparecer.