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Algunos de los niños saharauis del programa Vacaciones en Paz dan un salto ayer en la plaza de España de Rafal.rubén míguez

Vacaciones para pasárselo como niños

Una treintena de niños saharauis dejan atrás dos meses el campo de refugiados de Tinduf para venir a la provincia con familias de acogida

Algo tan cotidiano y habitual para cualquiera de nosotros, y que no apreciamos al tenerlo a nuestro alcance, como degustar un helado de chocolate o disfrutar de un parque acuático, será inolvidable para la treintena de niños saharauis de entre 10 y 12 años que disfrutan estos días de verano con familias de acogida de distintos puntos del sur de la provincia gracias al programa Vacaciones en Paz y a la Asociación de Ayuda al Sáhara Occidental. Son las dos cosas que más destacaron ayer los menores que llegaron hace un mes a nuestro país para pasar unas vacaciones diferentes, alejadas del campamento de refugiados de Tinduf, entre Argelia y Marruecos, en pleno Sáhara, con temperaturas que superan los 50 grados en esta época y donde los derechos humanos son muchas veces una quimera.

«Me encanta el chocolate», cuenta Salma en un perfecto español en Rafal, donde fueron recibidos los pequeños saharauis por el alcalde de la localidad, Manuel Pineda, antes de disfrutar de su piscina municipal. Es el tercer año que viene a la provincia. Esta vez lo hace junto a su hermana. Ambas están viviendo, hasta septiembre, con una familia rafaleña. Mayca Marcos, la madre de acogida, reconoce que cada día algo nuevo les sorprende. «Estuvimos en la Feria del Ganado de Dolores y les sorprendían los animales que no habían visto nunca, o ir a un centro comercial es toda una experiencia para ellas», explica. «Son niños que viven en situaciones extremas, con muchas carencias y aquí les intentamos aportar la felicidad que tienen nuestros hijos, aunque son felices con muy poca cosa, hasta con un bocadillo de atún», añade.

Rafal, Elche, Santa Pola o Pinoso son algunos de los municipios donde conviven estos menores del Sáhara durante dos meses con sus padres y hermanos de acogida. Sus ayuntamientos colaboran en la financiación de un viaje que cuesta unos 600 euros por cabeza y las familias de acogida se ocupan de su manutención. La presidenta de la Asociación de Ayuda al Sáhara Occidental, Ángela Carrillo, señaló ayer que «mientras la situación de inestabilidad se mantenga en la zona vamos a traernos el mayor número posible de niños cada verano, aunque desgraciadamente no vienen tantos como nos gustaría, y para ello necesitamos de la solidaridad de ayuntamientos e instituciones y de familias que quieran acogerlos». Carrillo recordó que «fueron españoles, nacieron bajo bandera española, juraron derramar hasta la última gota de su sangre por nuestra bandera y hoy por hoy están malviviendo en un campamento de refugiados sin tener las necesidades básicas cubiertas».

El programa Vacaciones en Paz también ofrece una revisión médica y analítica completa para detectar si padecen alguna enfermedad o patología o prevenirla, en cuyo caso se les cubre el tratamiento y, si es necesario, su ingreso alargando su estancia en nuestro país. Son más de cuarenta los años en los que se lleva desarrollando este programa nacional. De hecho, ya hay generaciones de saharauis que han disfrutado de unas merecidas vacaciones alejados de las penurias de un campamento de refugiados. Es el caso de la madre de las niñas saharauis que acoge la familia de Rafal y que estuvo disfrutando de este mismo programa de Vacaciones en Paz hace 27 años, cuando tenía 10.

El alcalde de Rafal, Manuel Pineda, quiso hacer un llamamiento «para que todos los municipios de la comarca ayuden a esta causa y, si Rafal puede ser punta de lanza, que lo sea». Viven así, por dos meses, unas vacaciones pasándoselo como lo que son, niños.

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