Daya Vieja revive lo de antaño, pero con la firma propia del nuevo equipo de gobierno que dirige José Vicente Fernández (Compromís) al no incluir animales en uno de los paseos más característicos de la huerta de la Vega Baja: el Pasacalles de la Caña, una tradición que se mantiene recuperada en el municipio desde hace cerca de treinta años.

Muy temprano, una comitiva formada por una treintena de personas salieron a la calle en la mañana de ayer con ganas de fiesta y de invitar a participar en el ambiente a locales y visitantes con música de tamboril y dulzaina. La jornada de jolgorio comenzó con bocadillos y café ofrecidos en un restaurante del municipio para tomar fuerzas antes del largo recorrido del Pasacalles de la Caña -más de diez kilómetros- que este año se desarrolló sin la presencia de animales, «como no podía ser de otra manera», matizó el alcalde. Un aspecto que ha desatado opiniones para todos los gustos y que defiende el actual regidor del Ayuntamiento de Daya Vieja, con el fin de evitar el sufrimiento de los animales de granja, como pollos o conejos, que eran donados por los vecinos durante el pasacalles, colgados de la caña para llevarlos hasta el centro del pueblo, donde se sorteaban para recaudar fondos para los festejos.

Una práctica que este año se ha visto alterada por esta marcada ausencia, además de presentar otra variación, ya que «no se aceptó ningún tipo de aportación económica, porque el fin de este acto consistió en acercar la fiesta a los vecinos que viven en la huerta, la mayoría personas mayores», explicó el alcalde, quien participó en este tradicional paseo junto a otras cuatrocientas personas que caminaron por la huerta hasta bien entrada la tarde, ataviadas con los típicos blusones oscuros y con camisetas de colores llamativos, además de portar las cañas.

Por ello, «cañeros» y «cañeras», durante el trayecto, fueron invitados a tomar refrigerios para paliar el calor que ofreció el último día de agosto y que en Daya Vieja se vivió con máxima alegría al disfrutar del momento de su primer gran chupinazo, que congregó a multitud de vecinos en la Plaza del León para presenciar este simbólico disparo del cohete, que anunció el arranque oficial de las