Los trabajos para localizar la fosa común con los restos de las personas que murieron, de enfermedad y fusiladas, en el campo de concentración de Albatera, recibieron ayer la ayuda de un potente georradar capaz de ver todo lo que hay debajo de la tierra hasta una profundidad de cuatro metros. Los resultados no se conocerán hasta dentro de unos días, después de que los cuatro investigadores, desplazados desde Cádiz, analicen los resultados obtenidos tras ser procesados en el laboratorio, filtrados y analizados por ordenador. «Tengo muchas esperanzas puestas», reconocía ayer Felipe Mejías, el arqueólogo e historiador responsable de la investigación para localizar la fosa común y radiografiar el que se considera el campo de concentración más importante del franquismo, ya que allí estuvieron internados entre 15.000 y 20.000 prisioneros durante los algo más de seis meses que permaneció abierto, entre el 6 de abril de 1939 y el 27 de octubre de ese año, muchos de ellos importantes cargos del gobierno de la República, además de militares, periodistas, sindicalistas y artistas que fueron capturados en el puerto de Alicante cuando trataban de salir de España.

El catedrático Lázaro Lagóstena y el arqueólogo Felipe Mejías, ayer. Tony Sevilla

Tres historiadores de la Universidad de Cádiz, dirigidos por el catedrático de Historia Antigua del mismo centro universitario, Lázaro Lagóstena -un referente nacional en geodetección-, peinaron los 30.000 metros cuadrados de terreno, ahora pertenecientes a San Isidro, con el georradar que iba en un remolque tirado por una furgoneta. El dispositivo es el más avanzado que hay en el país y ha participado en importantes hallazgos y exploraciones desde 2016 como las del Portus Ilicitanus de Santa Pola o el yacimiento de La Alcudia de Elche.

Lagóstena explicó que «es un georradar multicanal y la antena alcanza una profundidad de cuatro metros, una tecnología ideal para exploraciones arqueológicas y de criminología forense». Aunque ayer era pronto para saber los resultados, el catedrático explicó que el terreno es bueno para localizar lo que se busca puesto que «estamos trabajando con sutileza al buscar elementos que tienen poca consistencia, pero tenemos buenas expectativas porque las condiciones geológicas del suelo son favorables».

Los trabajos de localización de vestigios en los terrenos donde se ubicó el campo de concentración de Albatera están empezando a dar sus frutos. Son centenares de objetos localizados, entre monedas, proyectiles y elementos de los barracones, y algunos restos óseos humanos que estudiará una antropóloga forense. Los trabajos para localizar la fosa común se centran en una parte señalada por testigos. «Estoy convencido de que el georradar la localizará, aunque puede que hubiera varias pequeñas fosas por el terreno», señala Mejías. Hambre, enfermedades, torturas y fusilamientos caracterizaron este campo de concentración franquista.