Son los más longevos de la comarca, seres vivos centenarios que acompañan en silencio el tiempo y la historia de la gente de esta tierra. Árboles adustos, grandes, imponentes. Están protegidos por la ley de Patrimonio Arbóreo aprobada por la Generalitat en 2006. Doce años tardó en desarrollar un decreto que fue finalmente validado en 2018. Un equipo del Centro de Investigación y Experimentación Forestal (CIEF) de la Generalitat es el encargado de inventariar y catalogar estos ejemplares. Todos son únicos.

En la Vega Baja el ficus de la Vereda de los Mazones es uno de los pocos ejemplos en el que la administración se ha tomado en serio su protección, junto a entidades como Rotary Club. Señalizado y respetado, su tronco de diez metros de diámetro y una copa de 30 generan por sí solos un espacio verde excepcional en plena huerta tradicional. Pero hay más.

Los vigías de la Vega

Los vigías de la Vega Tony Sevilla

El garrofero de Tierras Nuevas de Orihuela Costa sería la representación de todo lo contrario. Vestigio del mundo rural del secano mediterráneo junto al mar, que ya es historia, sobrevive cercado por urbanizaciones residenciales, una autopista, el canal del postrasvase a Cartagena y el centro comercial más grande de la provincia. Abandonado a su suerte y esperando que la especulación inmobiliaria le dé el tiro de gracia, ahí se mantiene todavía, señor de la finca tradicional que conserva casa y bancales de almendros y garroferos.

El impresionante garrofero de Tierras Nuevas, en Orihuela Costa.

El impresionante garrofero de Tierras Nuevas, en Orihuela Costa. TONY SEVILLA

La mayoría de ejemplares protegidos en esta comarca son palmeras, datileras sí, pero curiosamente en mayor medida las más exóticas washingtonias. También hay algarrobos y olivos. Las primeras por su altura, los segundos por el perímetro de tronco y los terceros por una edad que supera los 350 años. Paradójicamente la mano humana que los amenaza fue también quien en su día plantó estos árboles que hoy son patrimonio de todos en el catálogo de la Comunidad Valenciana. Son producto del cultivo de secano, del aprovechamiento de los palmerales y de la antigua vegetación de ribera y de la red de riego tradicional de la huerta. Solo uno de los árboles protegidos, un enorme eucalipto de Guardamar, se encuentra dentro de la pinada plantada hace un siglo para evitar el avance de las dunas.

El término municipal de Orihuela encabeza el ranking de ejemplares protegidos: 20. Su árbol más icónico es la palmera datilera (Phoenix Datylifera). Se concentran en el palmeral de San Antón y en las veredas de la huerta tradicional, aunque también altos ejemplares marcan el zona urbana de municipios como Daya Vieja. Es sin embargo el árbol que con más frecuencia debe retirarse del catálogo por desaparición en los últimos años. La palmera culebra del casco urbano de Cox es un triste ejemplo. Esta especie se puede proteger en el momento que alcanza los 12 metros, y muchos árboles no están identificados.

Las veredas de la huerta tradicional están flanqueadas por los ejemplares más espectaculares de palmera datilera. La de la imagen  de más de 16 metros de altura y protegida en el catálogo

Las veredas de la huerta tradicional están flanqueadas por los ejemplares más espectaculares de palmera datilera. La de la imagen de más de 16 metros de altura y protegida en el catálogo D.Pamies

Junto al algarrobo y la palmera, el gran árbol mediterráneo del campo de la Vega Baja es el olivo. Quedan restos de los antiguos bancales en el corazón de la huerta y sobre todo en La Murada, pedanía oriolana donde, a poco que se busquen, se encuentran robustos olivos de más de 300 años. Zonas naturales como Sierra Escalona están todavía inéditas en este inventario.

El interés de las administraciones locales del Bajo Segura por la protección de su patrimonio arbóreo es mínimo, salvo por los que ha rescatado la propia Generalitat. Mientras que árboles de interés local de Villena, Elche o Alicante ciudad nutren el listado autonómico no aparece ni uno de los 27 municipios de la Vega Baja. Ignorados, el asfalto y el hormigón son hoy su mayor amenaza.

Imagen del Olmo del Molar

Imagen del Olmo del Molar D. Pamies