Mujeres y gitanas que dan un paso al frente

La Asociación Romi de Almoradí defiende los derechos de la mujer gitana con proyectos como el que lucha contra el absentismo escolar

Mariana Rodríguez, María Almenara y María Teresa Moreno de la Asociación Socio Cultural Romi. | TONY SEVILLA

Mariana Rodríguez, María Almenara y María Teresa Moreno de la Asociación Socio Cultural Romi. | TONY SEVILLA / D.PAmies

D. Pamies

D. Pamies

En una historia como la del pueblo gitano, marcada por la opresión y la discriminación, entidades como la Asociación Socio Cultural Romi de Almoradí buscan ahora dar visibilidad a la mujer gitana con proyectos que impulsan el conocimiento de su cultura, la formación y la lucha contra el abandono escolar. 

La Asociación nació en Almoradí, uno de los municipios donde la comunidad gitana cuenta con mayor presencia en la Vega Baja. Nació con mucha ilusión en 2018 creada como plataforma de ayuda entre las mujeres gitanas, colectivo sobre el que a menudo recae una doble discriminación como mujeres y como gitanas.

Entre sus miembros se encuentran asociadas de todas las edades, desde mujeres que son centenarias hasta jóvenes representantes de las nuevas generaciones y su junta directiva la integran casi exclusivamente mujeres gitanas. Una bandera del pueblo gitano preside su sede, cedida por el Ayuntamiento en el centro social del barrio de La Cruz de Galindo.

Presentes

«Realmente es necesario que las mujeres gitanas tengan un papel público y estén presentes institucionalmente, que se apoye la inclusión social como algo fundamental», explica María Teresa Moreno, que desde hace años colabora en el asesoramiento de los proyectos que emprende el colectivo.

Mariana Rodríguez, alma mater de la asociación, explica la labor que realizan sus miembros y que entre sus principales objetivos se encuentra la lucha contra el absentismo escolar «para que los niños y niñas no falten en el colegio, con charlas y talleres», además de fomentar la igualdad de género y la conciliación familiar.

«Si la mujer gitana se incorpora al trabajo que sepan que se pueden lograr ayuda y no estar solas», explica Rodríguez que considera que a los gitanos se les obliga prácticamente a renunciar a lo que son a cuenta de la inclusión social. «Les cuesta más participar en Romi a las mujeres que tienen más edad pero estamos rompiendo muchos estereotipos», agrega la joven María Almenara, especialmente implicada en la labor de Romi.

Mariana Fernánde y María Almenara muestran uno de los contenidos de divulgación de la asociación

Mariana Rodríguez y María Almenara muestran uno de los contenidos de divulgación de la asociación / TONY SEVILLA

Cultura gitana

«La cultura gitana tiene unos grandes valores que no se visibilizan, como el cuidado y respeto a sus mayores que se están perdiendo en otros sectores de la sociedad. Y no tienen por qué renunciar a eso», reitera Teresa Moreno, que lleva tiempo colaborando con la asociación. Desarrollan ese trabajo en muchos ámbitos, como es el caso del educativo, donde el absentismo escolar y el abandono de los estudios a veces en la preadolescencia, sigue siendo uno de los grandes problemas.

Mariana señala que los gitanos han mantenido una postura desconfiada con el colegio «por pura protección». «Han pensado que iban a quitarles su forma de ser. Su esencia. Los padres hacen eso porque es lo que hicieron a su vez los suyos. Ven el colegio como algo hostil», destaca Mariana que además lo tiene claro: «Lo que aprendes en tu casa y en la familia es lo que te llevas, pero en el colegio se forman y les va ayudar a conseguir un trabajo, a tener oportunidades, a vivir y a poder defender nuestra cultura». Un absentismo que afecta en mayor proporción a las niñas. Los programas de lucha contra el absentismo escolar que llevan a cabo en Almoradí se quieren extender a otros municipios de la Vega Baja.

Visión negativa

Todas, de alguna u otra forma, expresan además su cansancio por la vinculación que se realiza de lo marginal con la presencia gitana en muchos barrios precarios de España cuando desafortunadamente son situaciones que afectan a «todo el mundo, y a todas las nacionalidades, los más conflictivos también pueden ser barrios con más españoles que vecinos de ningún otro origen». Los estereotipos siguen además más presentes que nunca. Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales donde la información se consume sin matices y lo gitano sigue asociado a lo negativo. A excepción del blindaje del flamenco.

Miembros de la Asociación Cultural Romi de Almoradí

Miembros de la Asociación Cultural Romi de Almoradí / TONY SEVILLA

Antigitanismo

Si la imagen social del pueblo gitano y el antigitanismo ya lo hace complicado la condición de mujer no lo pone más fácil. El machismo general en la sociedad lo es quizá más acentuado en las comunidades gitanas. Pero el discurso de la «integración» no se plantea en esta asociación almoradidense desde una perspectiva distinta basada en la experiencia. «No puedes obligar a nada. Ni darles un curso para que cambien porque no lo van a ver así. Se hace de otra forma, a través de actividades culturales como conciertos, teatro, cursos, talleres manuales... Que ellas vayan percibiendo, que sean conscientes y se identifiquen con otros roles que les gustaría ejerce pero no saben cómo, y darles esa oportunidad», indica Teresa Moreno.

Todos los años el calendario deja un resquicio para la visibilidad del pueblo gitano. Es el 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano. Una celebración instaurada hace medio siglo para dignificar la historia de un pueblo sin Estado, presente en todo el mundo, que poco a poco como se ha demostrado este mismo año tiene más repercusión en municipios de la comarca donde ya no resulta tan difícil ver ondear la enseña gitana en los mástiles institucionales también para recordar la memoria e historia gitana. Pero solo es un día.