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Cine galo

Vicent Lindon: Cincelar los rasgos de la vida de otro

Muchos papeles de tipo duro le dieron fama de borde, aunque lo que tiene son las cosas clarísimas

Vicent Lindon: Cincelar los rasgos de la vida de otro

Recién cumplidos los 59 y barruntando, por lógica, un cambio de década, a Vincent Lindon aún le quedan trazas de aquel atractivo tipo de rostro áspero y difíciles maneras que reinó en el noir francés de los ochenta y noventa, al que las comedias coyunturales de Coline Serreau -La Crisis (1992), Caos (2001)- sirvieron de contrapunto y le espantaron el encasillamiento cuando su rostro, repetido hasta el hartazgo en la prensa rosa debido a su relación con Carolina de Mónaco, se hizo inmensamente popular en medio mundo. Y si el trabajador despedido a los cuarenta y pico de La ley del mercado (2015) le procuró el César y el Premio al Mejor Actor del Festival de Cannes, respaldando su prestigio interpretativo de forma definitiva, encarnar en la gran pantalla al turbulento Auguste Rodin, padre de la escultura moderna, le ha llenado el cajón de los elogios para una buena temporada...

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