Tengo una ministra vestida de azul
Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Ana Pastor y Fátima Báñez tienden, en conjunto, a una sobriedad, quizá excesiva, al vestir
Las ministras de Zapatero cargaron siempre con el sambenito de aquel posado para Vogue en 2004. Las ocho mujeres del primer gobierno ZP, el primero paritario, se fotografiaron en un reportaje que resultó polémico y que aun hoy se recuerda. No hace mucho, un diario alemán conservador todavía se refería a ellas -que ya no eran aquellas ocho, pasaron 17 en total- como "muñequitas de moda". Y, al ser relevadas por las populares, hay quien ha llamado a las chicas de Rajoy las ministras antivogue.
En realidad, las mujeres del Partido Popular también se dejan seducir por los trapos y los focos. Sonadas fueron las fotografías de Soraya Sáenz de Santamaría, hoy la mano derecha del presidente del Gobierno, en el Magazine de El Mundo, en un posado sugerente. Pero no solo ella. Esperanza Aguirre ha pasado por las páginas satinadas de Vanity FairVogue. Y Soraya, Dolores de Cospedal, Aguirre o Ana Botella no ocultan su gusto por la moda.
Pero es evidente que con la nueva primera dama -Viri- y las cuatro ministras -y también, desde luego, el presidente y los ministros, pero los estilismos de ellos dan menos juego- ha llegado un nuevo estilo al poder. ¿Existe una moda PP frente a una moda PSOE? ¿la ideología influye en el estilo o viceversa? Las ministras populares no tienen un look homogéneo, pero sí rasgos: discreción, sobriedad y clasicismo. También es verdad que el power dressing impone sus códigos (y, cuando se saltan, caso de la exministra Carme Chacón en la Pascua Militar, se revuelve la ortodoxia).
En general, Soraya, Ana Mato, Ana Pastor y Fátima Báñez apuestan por colores neutros, negro, blanco o pastel y azules (no es que no usen el rojo, pero lo hacen menos) y blazers, trajes o vestidos con chaqueta. No se les ha visto jamás una extravagancia, como sí se permitían Carmen Calvo o Ángeles González-Sinde, ni una chupa de cuero, como Trinidad Jiménez. Por edad, Sáenz y Mato son algo más atrevidas y juveniles. La primera, además, adicta a los tacones por una cuestión de altura. Ana Pastor, con sus perlas y lazadas, es la más conservadora.
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