La menopausia es una etapa por la que pasan el 90 % de las mujeres. En circunstancias normales, llega entre los 48 y los 54 años y supone el fin de la menstruación. En la práctica, significa el fin del periodo fértil de la mujer. Al llegar esta etapa, los ovarios dejan de ejercer su función y producen menos hormonas femeninas (estrógenos y progesterona). Esta caída de las hormonas afecta a la maduración de los ovocitos, las células que se convierten en óvulos al madurar. Por lo tanto, desaparece la menstruación y la posibilidad de quedarse embarazada.

Esto supone cambios muy importantes en el cuerpo de la mujer, cuya intensidad varía de una persona a otra. Pese a que la menopausia llega, de media, a los 51,4 años, a veces se adelanta y llega incluso antes de los 40. Es lo que se conoce como «menopausia precoz», una alteración que, según datos que maneja www.dosfarma.com, afecta a una de cada 1.000 mujeres antes de los 30 años y a 1 de cada 100 antes de los 40. Estos son los principales motivos por los que una mujer puede sufrir menopausia precoz:

La herencia

En la mayoría de los casos es difícil saber con exactitud qué ha provocado que los ovarios dejen de producir hormonas. A veces, ocurre sin una causa justificada. No obstante, no todos los casos de menopausia precoz son irreversibles; puede tratarse de una alteración temporal que se soluciona con el tiempo. Todo dependerá del motivo por el que haya aparecido, si se conoce. Sin embargo, los antecedentes familiares influyen en el riesgo de sufrir menopausia precoz.

Un defecto congénito o una alteración autoinmune

Por ejemplo, si se sufre alguna enfermedad autoinmune que esté dañando los ovarios.

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Tratamientos para otras enfermedades

La extirpación de los ovarios para tratar un cáncer o la propia quimioterapia pueden ser la causa de que se acelere la llegada de la menopausia. La menopausia precoz derivada del tratamiento de otra enfermedad se produce en un 3,5-4,5 % de las mujeres antes de los 40 años.

No obstante, lo más importante es que, ante el mínimo cambio en la menstruación o indicio de problemas de fertilidad a la hora de buscar el embarazo, la mujer acuda a un especialista para realizarse los estudios adecuados y poder encontrar una solución: prevenir antes que curar.

El covid-19 no ha frenado los tratamientos de fertilidad

Según diferentes estudios, el covid-19 no ha frenado los tratamientos de reproducción asistida, al contrario, aumentaron en 2020.

Además, la nula incidencia del coronavirus en el sistema reproductivo, confirmada por sucesivos trabajos científicos, ha animado a miles de parejas a seguir adelante con su proyecto familiar. Se sabe que la enfermedad no se transmite mediante los óvulos ni los espermatozoides y que el riesgo de transmisión de la madre al niño durante el embarazo es mínimo.

Tampoco se ha detectado una evolución desfavorable de un eventual contagio con el covid-19 en mujeres embarazadas en comparación con mujeres no embarazadas. Además, el virus no se transmite de la madre al bebé ni al amamantarlo, siempre que se mantengan todas las precauciones de higiene.

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