Los hallazgos de esta investigación sugieren que el flujo actual de agua y calor que penetra hoy en día en las zonas situadas más hacia el norte del Océano Atlántico podría tratarse de una "anomalía" en lugar de constituir un patrón típico de circulación oceanográfica.

Para llegar a esas conclusiones, el experto Brian Haley, encargado del estudio, y un grupo de colegas, analizaron sedimentos marinos antiguos que recogieron del Océano Atlántico y con ellos reconstruyeron la circulación del agua a niveles profundos e intermedios.

Los investigadores encontraron que en los últimos quince millones de años era más probable que el agua que circulaba por encima de esos sedimentos procediera de una región del Océano Ártico que del Atlántico Norte.

El informe indica que es probable que esas aguas profundas del Ártico se originaran partiendo del agua salada que se creó durante la formación del hielo marino, y posteriormente se hundió.