La ciudad inteligente, o smart cities, es aquella que utiliza el potencial de la tecnología y la innovación, junto al resto de recursos, para promover de manera más eficiente un desarrollo sostenible y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
"El imparable avance hacia las ciudades inteligentes"
Eduardo Francisco Vílchez López, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas
Energías renovables, tecnología en todas partes, menos desplazamientos… Todos ellos son elementos claves para convertir nuestras ciudades en smart cities, aunque en el epicentro deberá situarse la ingeniería civil
El concepto de Smart Cities o ciudades inteligentes se ha desarrollado exponencialmente en las últimas décadas, al menos en lo que a la teoría se refiere, ya que muchas urbes aún tienen demasiados impedimentos que gestionar para poder ser consideradas de ese modo.
Y no es de extrañar, ya que hay ciudades centenarias, e incluso milenarias, que han de enfrentarse a hándicaps que, por ejemplo, no tienen las poblaciones de nueva creación.
Ciudades nuevas vs. ciudades antiguas
Como se puede imaginar, la adaptación de antiguas infraestructuras resulta una tarea harto complicada para mejorar, por ejemplo, la gestión de recursos. Y eso por no hablar de aquellas cuyo entramado urbano es laberíntico ya que proviene del Medievo.
En cambio, las urbes de nueva construcción, tales como la china Tianjin o la coreana Songdo, han sido diseñadas pensando en los nuevos conceptos ecológicos y tecnológicos que abanderan las smart cities.
Esto no significa que todo esté perdido en las urbes que han de ser “modificadas”. Un buen ejemplo de ello es la ciudad de Luxemburgo o incluso Singapur, que es considerada una de las más inteligentes del mundo (si no la que más) pues ha sabido adaptarse a problemas candentes como el cambio climático y el aumento demográfico.
¿Cómo es posible que una ciudad se convierta en Smart City?
Se podrían apuntar varios factores que son claves para lograrlo, aunque el primero de ellos no es otro que contar con profesionales que conocen el desafío al que se están enfrentando y son capaces de enfrentarlo. En este punto hay que destacar la figura de los ingenieros civiles, ya que son los principales responsables de que este cambio necesario se lleve a cabo. No en vano, son ellos los que cuentan con los conocimientos y la capacidad para acometer las obras que transformen la urbe y, como consecuencia, mejoren la vida de sus ciudadanos.
Dicho esto, también hemos de apuntar un hecho que puede resultar curioso: para avanzar hay que mirar atrás. Y es que una de las principales corrientes que se están impulsando en la actualidad es la de “ciudades de quince minutos”.
Todo a un cuarto de hora
Las smart cities deben mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Esto se consigue haciendo su día a día más sencillo y no cabe duda de que evitar largos desplazamientos en transporte privado o público es un buen modo de hacerlo.
Como acabamos de apuntar, la idea de las “ciudades de quince minutos” pasa por que nadie tenga que desplazarse más de ese tiempo caminando o en bicicleta para acceder a los servicios básicos; más o menos como ocurría en la antigüedad, cuando los núcleos urbanos eran mucho menores. A esto se une otro factor como el descenso de la contaminación. Cuantos menos medios de transportes sean necesarios, menos gases de efecto invernadero se expulsarán a la atmósfera –recordemos que la mayor parte de la contaminación proviene de las ciudades–.
Asimismo, el concepto de ciudades inteligentes donde todo esté “a mano” entronca directamente con otras tendencias a las que se aspira hoy en día, tales como la economía circular o los productos de kilómetro cero. Por lo tanto, podríamos decir que se trata de una vuelta al pasado con las ventajas que proporciona la tecnología actual (Internet de las Cosas, aplicaciones, etc.).
Impulso gubernamental
Ya hemos apuntado que en el centro de la escena se encuentran los ingenieros civiles. Son ellos los que tienen que adecuar los proyectos a la normativa vigente y a la vez poner su granito de arena en la formación de smart cities.
En mayor o menor medida, los gobiernos locales, autonómicos y estatales están impulsando políticas que ayudan a la transformación de las ciudades, las cuales, según la ONU, “ocupan solo el 3% de la tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono”. Por esta razón, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que forman parte de la Agenda 2030 encontramos el de “Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.
Energías renovables, menor contaminación y digitalización
En este escenario, las ciudades están afrontando el cambio desde diferentes perspectivas, aunque poniendo el foco en lo que se apunta desde Naciones Unidas: mejorar la vida de sus habitantes.
Una de las más habituales es la decidida apuesta por las energías renovables. Estas medidas están respaldadas por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, que tiene como objetivo la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En este caso, las normas se han vuelto cada vez más exigentes para responder a los niveles de eficiencia energética que debe haber en las nuevas edificaciones.
La otra gran fuente de contaminación en las ciudades –el transporte– también se está adecuando a los nuevos tiempos. La Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030 marca el camino que hay que seguir para lograr que las urbes españolas contaminen menos y ofrezcan un entorno más saludable a sus habitantes.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar la digitalización, ya que son las nuevas tecnologías las que “construyen” las smart cities. Ejemplos como el Plan Alicante Smart City "2.0" o #eCityMálaga dejan muy clara la apuesta por estas tecnologías (5G, IoT, Inteligencia Artificial…) como vía para lograr que las ciudades evolucionen y se gestionen con mayor facilidad.
El objetivo debería ser que un buen día el concepto de ciudad inteligente quedara en desuso, ya que todas ellas lo fueran. Hasta entonces, resta mucho trabajo por hacer y numerosos retos que afrontar. Pero con la capacidad y los conocimientos de los profesionales de la ingeniería civil no hay nada imposible.
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