Tal era el estado que mostraban los cuerpos de los africanos amontonados en el suelo, que no había forma de saber a simple vista si algunos seguían vivos o habían dejado de respirar. Muchos estaban desmayados, y otros gemían sin poder ponerse en pie. Una multitud de subsaharianos se lanzó contra un exiguo portillo en la valla fronteriza de Melilla, y "los últimos en llegar empujaban a los primeros queriendo entrar. Se estaban aplastando unos a otros", relata un agente de la Guardia Civil de la ciudad autónoma.
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