Vuelta a España 2023

Roglic gana en el Angliru y Vingegaard ya acecha el liderato de Kuss

El ciclista danés se sitúa a sólo 8 segundos del líder de la carrera tras otra exhibición del Jumbo

Landa salvó al estadounidense, que perdió la rueda de sus compañeros a dos kilómetros de la cima

Sergi López-Egea

Son los mejores y nada se puede hacer ante el poderío abismal del equipo Jumbo. Da igual la montaña que suban, el Tourmalet o el Angliru. Siempre llegan los tres primeros de la general de la Vuelta a España en las tres primeras posiciones de la etapa, hasta el punto de que las circunstancias invitarían a iniciar esta crónica con el destacado de que Mikel Landa conquista la gran cima asturiana al cruzar la meta en la cuarta posición.

Poco o nada más se puede hacer en la carrera, eso sí, abierta en cuanto a saber quién será el vencedor final entre un Sepp Kuss a la baja, un Jonas Vingegaard con muchos números y un Primoz Roglic con más segundos de la cuenta en su casillero.

El esfuerzo de Landa

Da lo mismo que haga calor o que la niebla cubra los últimos kilómetros del Angliru. De poco sirve, en el monumental atasco de público y ciclistas, entre rampas de garaje, allí donde crece la Cueña de les Cabres, que los aficionados se queden afónicos de gritar aquello de "¡vamos Landa!", porque el titánico esfuerzo del corredor alavés, en su mejor día, no sólo desde que empezó la Vuelta sino el Tour, sólo le vale para fundir a su equipo y salvar el liderato a Kuss cuando sus dos compañeros, Vingegaard Roglic (vencedor en el Angliru), lo dejaron olvidado a dos kilómetros de la cima.

El ciclismo es un deporte que también vive de la polémica y de las interpretaciones, de los gestos y de las palabras, de la magia de cumbres como el Angliru y del cariño hacia los cientos de seguidores que se aglutinaron en sus laderas. Público asturiano que observó como Remco Evenepoel fracasaba en su intento por ser un titán en una cima donde no se puede atacar desde lejos. Que vio cómo Juan Ayuso y Enric Mas se distanciaban de lo que ya antes de empezar la etapa parecía una misión imposible, subir al podio de Madrid al lado de dos Jumbos.

Y que, sobre todo, sintieron la respiración de los tres de la general, los tres mejores de esta Vuelta y al menos dos de ellos, Vingegaard y Roglic, los dos mejores del mundo con el permiso del ausente Tadej Pogacar. Roglic aceleró en la Cueña de les Cabres para romper el plan de Landa y su equipo por ganar la etapa. Y pasó lo de todos los días, como si fuera el plan habitual de desayunar, almorzar y cenar. Los tres de la Vuelta se quedaron solos, distanciaron a los demás hasta que a dos kilómetros de la cima las piernas de Kuss dijeron basta para abrirse y para que ni Vingegaard ni Roglic lo esperasen.

Dos etapas decisivas

Ocurrió lo que debía pasar. Cualquier otra circunstancia, por ejemplo, que hubiesen frenado para que Kuss celebrase el 29 aniversario con una victoria en el Angliru, habría sido un fiasco y una estafa para la Vuelta. Hay libertad en el Jumbo, lo que en el fondo es una alegría para la etapa de este jueves, la última de montaña en zona cantábrica y para la del sábado, otro calvario para ir en bici.

Cuando parecía que el doble vencedor del Tour, un Vingegaard que respetó a Roglic y no le esprintó en la cima, se iba a vestir de rojo, Landa alcanzó a Kuss y lo salvó por la campana ante la furia de sus dos compañeros.

“De momento Sepp va en rojo y espero que siga vestido así”, recalcó Roglic tras ganar la etapa, aunque, ciertamente, pareció decirlo por la boca pequeña porque, en el fondo, su compañero estadounidense le está tirando por la borda la estrategia que tenía estipulada mucho antes de que Vingegaard se apuntara a la Vuelta. Quería ganar en este 2023 todas las carreras por etapas que ha disputado, con el Giro a la cabeza. Y añadió: “Tenemos libertad para que los tres demos lo mejor de nosotros mismos. Ganará el que tenga las mejores piernas”, frase posiblemente más creíble que la primera.

Kuss salvó el liderato ante Vingegaard, ante todo un doble vencedor del Tour, por apenas 8 segundos. “Me queda todavía un disparo, pero tengo por detrás a dos grandes campeones”. Sentir su aliento, sobre todo el del corredor danés, no es una faceta tranquilizadora y merece algo más que tomar una valeriana para poder dormir a pierna suelta.