Después de años preparando la embajada, la máxima figura de los Moros Abdelazíes derrocha sus ganas de vivir las fiestas oriolanas como embajador. Es festero desde el año 1977 y siempre ha sido socio de su comparsa. Define los desfiles como únicos e incomparables y piensa seguir formando parte de la fiesta oriolana «hasta siempre».
¿Cómo espera vivir la festividad de su ciudad?
Empezando con intensidad y acabando con intensidad. Siempre con alegría y sin olvidar la responsabilidad que exige este cargo.
¿Desde que se fundó su comparsa ha trabajado desde primera línea en los desfiles de Moros y Cristianos?
Siempre he querido estar al frente y no en la retaguardia. Llevo 38 años en la fiesta, desde el nacimiento de los Moros Abdelazíes donde he sido vocal, tesorero, vicepresidente y presidente. Mi sitio está en la fiesta y moriré en ella de blanco y negro.
¿Qué secretos puede desvelar de la tan esperada entrada mora?
Hasta donde puedo contar, el hilo conductor va a ser un cuento de estilo árabe, con especial protagonismo, como no, a las estrellas, la luna, el sol, las palmeras, los oasís...
¿Cuántas personas podrán hacer realidad el desfile?
Músicos ya habrá 580. En la comparsa participarán unas 1.000 personas. Siempre que hay una embajada se incrementa. Sin embargo, pese a que el resto de años ha habido una caída de festeros por la crisis, esta edición hemos notado una pequeña recuperación, ha crecido un poco, se nota que hay más alegría. En total, el bando moro llega a superar las 3.000 personas.
¿Qué tienen de especiales las fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela?
En mi opinión, son peculiares con personalidad propia. Son espectaculares. Conozco muchos desfiles de localidades diferentes, por haber estado en la junta directiva a lo largo de tantos años, y considero que los Moros y Cristianos de Orihuela no tienen nada que envidiar a los de las poblaciones vecinas.
