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Anarchy. La noche de las bestias.

Libertad para matar durante 24 horas

En el futuro, todos los crímenes, incluído el asesinato, son legales durante una sola noche conocida como La Purga. Sobrevivir a esas horas se convertirá en un reto crucial para los que estén indefensos

Libertad para matar durante 24 horas

Es un thriller especulativo que muestra lo que ocurre fuera de las urbanizaciones de clase media cuando el gobierno, ahora en manos de los Nuevos Fundadores de América (NFA), autoriza una Purga anual de doce horas para mantener el crimen por debajo del uno por ciento. En esas circunstancias las comisarías y los hospitales cierran sus puertas y durante una noche cada uno es libre de hacer lo que quiera sin temer consecuencia alguna, llevándonos nuevamente a un futuro nada utópico. Es la secuela de The Purge: La noche de las bestias, un éxito de verano de 2013 que se colocó a la cabeza de la taquilla estadounidense el fin de semana de su estreno recaudando nada menos que 34,1 millones de dólares. Por supuesto, al ver la reacción del público, el director y guionista de la cinta, James DeMonaco, autor previamente solo de un largometraje, Staten Island, y de los guiones de Negociador y Asalto al distrito 13 decidió volver a sumergirse en el explosivo universo que había creado con una idea aún más llamativa para la nueva entrega: esta vez, se seguiría La Purga anual desde la calle.

La cinta cuenta la historia de cinco personas que descubrirán en el transcurso de esa noche hasta dónde son capaces de llegar para salvarse a sí mismas primero y a las otras cuatro después. La historia empieza con Leo, un sargento solitario que ha perdido a su hijo. Después de hacerse con bastantes armas para sobrevivir hasta el amanecer, se entrega a su obsesión: vengarse de los que destruyeron su familia. Eva es una madre soltera con dificultades para llegar a fin de mes y que vive en un barrio pobre con su hija Cali. No disponen de los sistemas de seguridad de la clase media y cuando un grupo de enmascarados las ataca en su casa, no les quedará más remedio, si quieren sobrevivir, que fiarse de Leo. Este, al ser testigo de su secuestro, dispara a los atacantes a pesar de saber que eso no le ayudará a llevar a cabo su venganza personal. Shane y Liz son una pareja a punto de separarse a la que roban el coche. Se refugian en el vehículo blindado de Leo y unen sus fuerzas con los otros tres ocupantes para defenderse de los que ejercen su derecho al caos. Los inesperados aliados empiezan a poner en duda todo lo que sus líderes les han enseñado hasta entonces, mientras les persiguen por la enorme ciudad e intentan seguir vivos durante la noche más larga.

James DeMonaco fue el primer sorprendido al descubrir que la película anterior tenía un alcance tan universal: «El productor Sébastien K. Lemercier y yo siempre creímos que sería una película independiente, políticamente subversiva, que se proyectaría en pequeñas salas de arte y ensayo de Los Ángeles y Nueva York. Para empezar, la familia que protagoniza la primera entrega no es especialmente aristócrata, lo que no cuadra con las producciones de Hollywood. Planteamos The Purge: La noche de las bestias como una especie de cuento moral sobre una familia de advenedizos y lo que aprenden sus miembros acerca de la violencia, el dinero y las clases sociales. La idea era que fuera mucho más provocativa que comercial, pero al parecer, ahora es ambas cosas».

El director no tiene reparos en reconocer que sus películas no solo deben ser entretenidas, también deben aportar temas de conversación. «Con estas dos entregas -declaró- espero reflejar algo que pasa en la sociedad estadounidense y nuestra visión de la violencia. Nuestro país no se parece a otros. Con la primera entrega vimos que el espectador salía del cine hablando de la relación que nuestra sociedad mantiene con la violencia». El cineasta pensó que una secuela le permitiría expandir el concepto y mostrar al público lo que pasaba en el mundo que él imagina y que va mucho más allá de la urbanización donde transcurre la primera entrega. Siempre pensaron que si tenían la suerte de poder rodar una segunda parte, mostrarían lo que pasa esa noche en las calles de una de las mayores ciudades de Estados Unidos. Y es que querían ampliar su visión porque les pareció que al espectador le gustaría ver más que en la primera.

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