Análisis del pleno de Elche: Debate de doble tensión

El escándalo de Semana Santa y la comparecencia de Sánchez planean en la sesión, aunque en el primer caso apenas se debatió 20 minutos y sólo hubo dos alusiones al presidente 

Juan de Dios Navarro, que este lunes se estrenó en el pleno como portavoz del grupo popular.

Juan de Dios Navarro, que este lunes se estrenó en el pleno como portavoz del grupo popular. / Áxel Álvarez

María Pomares

María Pomares

El escándalo de Semana Santa en el que se vio salpicado el ya exconcejal de Recursos Humanos y Deportes, José Navarro, al que se le acusaba de haber entrado en estado ebrio a la parroquia de El Salvador el Viernes de Dolores y de haber mantenido relaciones sexuales debajo de uno de los tronos, algo esto último que él siempre negó, no sólo le costó su dimisión. También ha marcado un antes y un después en el trato entre los dos partidos mayoritarios: el PP y el PSOE

Hasta el punto de que las relaciones se han tensionado de forma importante, algo que se ha evidenciado sobre todo en las tertulias radiofónicas y en las comisiones municipales que se han celebrado en los últimos días. Una tirantez y un ambiente más cortante que se vislumbra sobre todo entre el núcleo duro del alcalde, Pablo Ruz, de una parte, y el portavoz municipal socialista, Héctor Díez, y los ediles Patricia Maciá y Mariano Valera, de otra. En una parte, la sensación que queda es que el PSOE hizo demasiada sangre con el tema, hasta el extremo de que Valera incluso llegó a intervenir en alguna tertulia de televisiones nacionales; en la otra, la impresión es que se les acusa de haber sido los detonantes de que el escándalo alcanzara el nivel que alcanzó, algo que los socialistas rechazan.

Primera sesión

Así las cosas, esta fue la atmósfera en la que se llegó al pleno de este lunes, la primera sesión ordinaria tras la renuncia de José Navarro a su acta como edil. Una sesión en la que, a priori, la crispación en el cuerpo a cuerpo entre concejales se rebajó respecto a otros plenos, pero en la que la tensión se podía palpar en el ambiente, lo que se tradujo en gestos y el tono de algunas intervenciones.

Sin embargo, al contrario de lo que se podía esperar, y teniendo en cuenta que el escándalo de Semana Santa y sus repercusiones siguen planeando en el ambiente, el tema sólo salió al hilo de la interpelación que formuló al alcalde la portavoz municipal de Compromís, Esther Díez, para que diera explicaciones sobre la gestión de «la grave crisis de reputación que nuestra ciudad ha vivido en las últimas semanas, después de la conducta impropia en una iglesia de un concejal del Gobierno municipal, además de portavoz del grupo popular». En total, unos 20 minutos en el marco de una sesión que se prolongó durante cinco horas, y que dejaron alguna que otra evidencia.

El portavoz del PSOE, Héctor Díez, en el pleno de este lunes.

El portavoz del PSOE, Héctor Díez, en el pleno de este lunes. / Áxel Álvarez

Normalizar

Primero. El PSOE, que en un primer momento fue el grupo que más apretó con el escándalo, dio por cerrado el tema, como ya dejó dicho hace unos días su portavoz, y no hizo ni una sola alusión. Silencio absoluto durante toda la sesión en un intento de «normalizar» la situación en la Corporación municipal, sin que por ahora parezca que hayan tenido mucho éxito los socialistas. 

¿Barro?

Segundo. De momento, y a expensas de lo que pueda ocurrir, lo que se exteriorizó es que el peso de la oposición recayó en Compromís. El PP acusó a Esther Díez de querer «barro», pero, más allá de hablar de «conducta impropia» de Navarro, focalizó sus palabras en la gestión que se hizo de la crisis y acusó a Pablo Ruz de «mirar hacia otro lado». Quizás el bipartito no quisiera dar cuenta de cómo se gestionó este tema, pero nadie duda a estas alturas de que, por ahora, ésta es la crisis más importante de este mandato y, por tanto, la oposición está en su derecho de pedir explicaciones.

Silencio

Tercero. El alcalde, bastante activo en cuanto a intervenciones en este pleno, en las explicaciones de voto e incluso en la moción sobre el ferrocarril, también guardó silencio en la interpelación, pese a que Esther Díez se la dirigió a él. Otro intento, el de Pablo Ruz, de dar por cerrado este capítulo. En su caso, no por normalizar relaciones sino para evitar que el escándalo o, peor, la gestión del escándalo -que prácticamente todo el mundo coincide en que se hizo tarde y mal- acabe salpicándole más de lo que lo ha hecho hasta la fecha.

La portavoz de Compromís, Esther Díez, en el pleno de este lunes.

La portavoz de Compromís, Esther Díez, en el pleno de este lunes. / Áxel Álvarez

Otro talante

Cuarto. En lugar del alcalde, tomó la palabra Juan de Dios Navarro, que, de este modo, se estrenaba como nuevo portavoz del grupo municipal popular, en sustitución del dimitido José Navarro. Pese a las quejas de Esther Díez, el Ejecutivo local se escudó en que el Reglamento Orgánico Municipal (ROM) dice literalmente que «los miembros de la Corporación podrán formular interpelaciones dirigidas al Gobierno municipal», sin que quien formula la interpelación pueda elegir quién es el que responde.

Cierre de filas

Juan de Dios Navarro se mantuvo firme en lo que ha sostenido el bipartito desde el principio: cierre de filas con José Navarro, una «buena persona» que cometió un «error» y pidió disculpas, que se generó un «rumor» y que esta situación está afectando sobre todo a su familia. Ahora bien, argumentos al margen, también marca la senda del giro que el equipo de gobierno quiere dar a las relaciones con la oposición. La tensión es evidente en una bancada y en la otra. Por eso, en ese intento de mantener la interlocución con la izquierda dentro de la normalidad democrática, se opta por una figura como la del también edil de Relaciones Institucionales: con un marcado perfil político, pero de un talante más dialogante y pausado.

El alcalde, Pablo Ruz, y la portavoz de Vox, Aurora Rodil, durante el receso del pleno este lunes.

El alcalde, Pablo Ruz, y la portavoz de Vox, Aurora Rodil, durante el receso del pleno este lunes. / Áxel Álvarez

Bien avenidos

Quinto. Por enésima vez, queda en evidencia la complicidad total y absoluta entre los dos socios de gobierno: el PP y Vox. Hasta el punto de que en el talante de Juan de Dios Navarro puede que se busque un interlocutor pausado con la oposición, porque, al final, el rol que tradicionalmente suele ejercer un portavoz al uso cuando los suyos son los que gobiernan, el de entrar en el cuerpo a cuerpo sin compasión, ya lo tiene perfectamente asumido Vox y, en particular, su jefa de filas, Aurora Rodil, y, en menor medida, el concejal de Promoción Económica, Samuel Ruiz. Ilustrativo es el asentimiento de cabeza de algunos de los ediles del PP en algunas de sus intervenciones.

Pedro Sánchez

Cinco puntos que dejó de manifiesto un pleno en el que el foco no sólo estuvo en el escándalo de Semana Santa, aunque sus alusiones duraran poco más de 20 minutos. Bastante más que el otro foco del día: la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. También en este tema la tensión en un lado y en el otro era evidente. Sin embargo, el mutismo fue casi total y absoluto. Sólo se rompió en el primer tramo de la sesión, cuando el edil de Estrategia Urbana, Francisco Soler, le espetó a los socialistas que «yo hubiera aprovechado ese viaje a Madrid -en referencia a la participación de los ilicitanos en la manifestación de apoyo a Sánchez del sábado- para pedirle al presidente del Gobierno quédate, pero tráenos los ocho millones de euros que nos debes para la Ronda Sur y que nos va a tocar pagar a todos los ilicitanos, porque nos los habéis negado».

Descolocados

Posteriormente, el alcalde, antes de presentar su moción de las conexiones ferroviarias, señaló: «Estamos todos tranquilos, Pedro Sánchez sigue y, con él, el señor Puente, para preocupación del PSOE local». Quien más y quien menos había estado pendiente del móvil para ver qué hacía el presidente del Gobierno, pero la decisión de continuar cogió a todos descolocados, hasta a los socialistas. Silencio absoluto en el salón de plenos del Ayuntamiento de Elche.

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