El popular presentador y actor Carlos Sobera (Barakaldo, 1960) exhibe este fin de semana su faceta de actor sobre las tablas del Teatro Principal de Alicante. Lo hará a través de la obra El ministro, en la que le acompaña Marta Torné. «La obra es una sátira sobre el mundo político y financiero en clave de humor e ironía. Provoca carcajadas sanas y estupendas en el público», cuenta Sobera antes de responder a la entrevista.
¿Qué le llevó a aceptar este papel?
Me pareció un texto oportuno, que no oportunista. Refleja el pensamiento popular, de calle. Muestra la antítesis entre dos formas de gobernar, a favor y en contra del sistema. Es un cuento sobre personas de diferente procedencia y condición que se igualan por lo miserable de sus destinos y egos. El texto es muy crítico, con la ventaja de estar escrito en clave de humor. No es panfletario ni tiene convicciones políticas.
¿La crítica con humor es mejor?
Siempre he defendido que el humor es lo mejor para reflexionar y criticar. Te permite profundizar como un bisturí sin herir sensibilidades. Puedes plantear asuntos que si los abordas de forma seria, cometes el riesgo de convertirte en demagogo. El humor desnuda la verdad. En El ministro es tan visionaria la crítica de la realidad que al espectador no le queda otra que aceptarla como propia.
¿Qué puede contar de Marta Torné?
Es una magnífica actriz y muy buena presentadora. También una excelente compañera de trabajo, de las que hace piña, equipo. Es fresca, natural y sencilla. Esto es lo que más se agradece cuando haces teatro. Somos titiriteros que vamos de un lado a otro y su forma de ser nos viene fenomenal.
¿Hay paralelismos entre la obra El Ministro y la realidad española?
Sí, reflejamos la corrupción política y financiera. Los latinos debemos ponernos frente al espejo y entender que hay ciertas reglas del juego que debemos aceptar. Los políticos juegan con dinero que no es suyo, que es de los demás. Esto tiene una gravedad mayor. Muchos son honestos y hacen un trabajo magnífico pero la corrupción es algo arraigado que debemos erradicar con perseverancia.
¿Es una cuestión de educación?
Hay un poco de eso en nuestro ADN. Sucede en Grecia, Italia, Francia... Hemos crecido en la cultura del pelotazo, del enriquecimiento rápido, del quítate tú para ponerme yo. Este es el país de la factura sin IVA. Las personas que juegan con dinero público son las que tienen que cumplir más y mejor, dar ejemplo. Si el poder constitucional está corrompido, difícilmente se le pueden pedir explicaciones a la población.
Hablando de políticos, ¿qué le pareció el baile de Soraya Sáenz de Santamaría en televisión?
Creo que uno de los grandes problemas que tienen los políticos es que la población los ve como seres distantes. Cualquier muestra de cercanía se agradece. Fue un acierto que la vicepresidenta se mostrase normal. Queremos que nos gobierne gente así, no genios de economía que vivan aislados en La Moncloa. Tienen que estar en la calle, codearse con la gente y ser como uno más.
