El reloj marca las 6 de la tarde. Es la hora de abrir las puertas de la lonja del pescado de El Campello para que todo aquel que lo desee compre el mejor pescado al mejor precio. El calor que acecha las tardes de verano en esta localidad costera no impide que cerca de 200 personas hagan cola, de lunes a viernes, a la espera de participar en la subasta y cenar esa noche un pescado fresco recién cogido del mar.

La etiqueta de trazabilidad que lleve una «R» significa que ese pescado es de rancho. Pilar Cortés

Sin embargo, la jornada comienza mucho antes. A las 5 de la mañana las siete embarcaciones de la Cofradía de Pescadores de El Campello se dirigen a unas 10 millas de la bahía campellera donde extienden sus redes y esperan hasta pasado el medio día para volver a tierra. Una vez en la lonja, se pesa todo el producto y se prepara en bandejas blancas de poliestireno aquello que se destinará a la venta de la subasta, que suele ser el 60% de todo lo que se ha pescado ese día. El resto lo dejan listo para llevarlo a La Vila o a Santa Pola.

De viva voz, la subasta tradicional

El subastador, José Antonio Soler, con más de 40 años en la Cofradía, dispone de una hora para vender el producto que previamente ha colocado sobre la larga mesa central. En ella podremos encontrar doradas, corvas, sepia, salmonetes, pulpo, sardinas, bonitos o pescado para hacer un buen fondo de sopa, calderos o fideuà.

En la subasta se paga por kilos o por el precio de la bandeja más el 16% de IVA y gastos. Pilar Cortés

Si nos fijamos, observaremos que todas las bandejas que salen a subasta cuentan con una etiqueta de trazabilidad que indica el nombre del pescado, el precio, dónde se ha capturado y un código QR para que el consumidor consulte toda esta información.

Con un aforo limitado a un 75% y con estrictas medidas sanitarias frente al covid, el público coge posiciones y espera a que José Antonio dé la señal de salida. La puja se realiza con el método tradicional de subasta a la baja, donde el pescador es quien establece el precio de sus capturas. De esta forma, el subastador comienza con un precio alto y lo va bajando en 10 céntimos hasta que a alguien del público le interesa la oferta. La única forma de detener la puja es levantando la mano y decir «Mía», entonces el comprador recoge su bandeja y se dirige a caja para pagar.

Durante el verano suelen acudir 200 personas y en invierno cerca de 80. Pilar Cortés

«Lo que no se ha vendido en la subasta lo aguantamos unos 15 minutos más para quien lo quiera comprar al finalizar la puja y lo que no se venda se lo lleva el armador. Tenemos la cantidad de género medida para poner a la venta según la época del año y evitar que sobre pescado», explica José Antonio.

La subasta se realiza con el método tradicional de subasta a la baja. Pilar Cortés

Vicente Carlos Baeza, administrativo y portavoz de la Cofradía de Pescadores campellera, comenta que «al precio final hay que sumarle el 16% de iva y gastos en caja, esto es obligatorio. Aún así, al no existir la figura del intermediario, son precios muy competitivos, donde sale beneficiado tanto el consumidor final como el pescador. Por ejemplo, un pescado puede empezar aquí la subasta a 15 o 12€ y en la pescadería se encuentra directamente por 20€».

Y es precisamente este hecho lo que la convierte en peculiar. La subasta de El Campello se dirige a particulares y es venta directa al publico, lo que le otorga un atractivo turístico que la diferencia del resto de lonjas de la costa alicantina, convirtiéndose así en todo un reclamo para residentes y turistas a lo largo del año. Procedentes de diferentes puntos de España y del mundo, la subasta de pescado del municipio campellero es una actividad turística más de la que pueden disfrutar los veraneantes de todas las edades que pasan sus días de descanso en la localidad. «Si hablas 16 idiomas los practicas todos. Este año nos han visitado muchísimos alemanes y franceses», cuenta Vicente, que comenta que «lo bueno de esta subasta es que el pescado viene del mar, se expone en la mesa de la lonja y se lo llevan directamente a su casa. Además es una subasta en la que el público puede participar, José Antonio y yo, ambos subastadores, las hacemos muy amenas y divertidas para que la gente se lo pase bien».

Quien lo prefiera puede guardar su compra en la lonja y la cantina de la Cofradía lo cocina para comer al día siguiente. Pilar Cortés

Entre el público nos encontramos con personas que vienen del norte de España, concretamente una familia de Bilbao que están de vacaciones en El Campello y sorprendidos comentan que no saben qué han comprado: «No conocemos ningún pescado, allí estamos acostumbrados a ver otro tipo de producto muy diferente. Nos ha gustado mucho la experiencia y antes de marcharnos a casa volveremos». Muy cerca de ellos, una pareja, procedente de Vitoria, se encuentra por primera vez veraneando en la localidad y reconoce haber disfrutado mucho de la actividad. Tras una jornada en la playa han aprovechado para comprar pescado, como sardinas para hacer a la barbacoa y jabonero al horno. Otra pareja de Álava comenta que «el subastador lo hace muy ameno, se nota que tiene mucha experiencia». Más veteranos y asiduos al lugar, los alicantinos también se acercan a la puja, como es el caso de un vecino de Ibi, a quien le encanta ir a comprar pescado fresco a la lonja. «No es la primera vez ni será la última, llevo viniendo más de dos años y siempre me acuerdo del primer pescado que me comí, fresco y de calidad. Hoy he comprado pescadilla para toda la familia, para hacer a la plancha, y unas sardinas. Me he gastado 15 o 20€». Para unos sanvicenteros ya es toda una costumbre, son 15 años acudiendo a la subasta

Los tres tipos de pesca empleados son el trasmallo (de red), palangre (uso de anzuelos) y cadufos (para el pulpo). Pilar Cortés

El pescador, una figura a valorar

Uno de los objetivos fundamentales de la subasta es mantener activa la figura del pescador. Todo lo vendido durante la puja es para el armador, menos un 4,95% de comisión para la cofradía por realizar la labor de venta. «La subasta está hecha para ellos, que son quienes sufren todos los días cuando salen a pescar el calor del verano y el frío en invierno. Es una forma de beneficiarlos y que no dependan solo de los precios a los que los mayoristas compren el pescado en una lonja profesional».

La cantina de la Cofradía

Unos de los encantos que el público encuentra en la subasta de El Campello es que tiene la opción de comprar el pescado fresco y dejarlo en la lonja guardado para que la cantina se lo prepare para comer al día siguiente por tan solo por 3 o 4€. «Se debe reservar mesa previamente, sobre todo en verano, y acordar con la cantina antes de comprar el pescado por si tienen completas las reservas. De todas formas, todo el género que puedes comprar en la lonja lo tienen igual en la cantina», nos explican los subastadores.

Lo que queda patente es que El Campello, que recibe de miles de visitantes tanto nacionales como extranjeros al año, es mucho más que sol y playa. La subasta del pescado directa al público representa una atracción turística que, desde sus orígenes en 1989, ha recibido los apoyos de todas las administraciones públicas.