Los cerezos de la provincia de Alicante han alcanzado la plena floración y, con ello, la belleza se ha adueñado del paisaje de las zonas productoras. Enclaves como la Vall de Gallinera o El Comtat están recibiendo estos días una auténtica avalancha de visitantes, atraídos por un espectáculo tan blanco como efímero. La coincidencia con la Semana Santa ha propiciado que los hoteles y restaurantes apenas hayan dado abasto, en una campaña que además se presenta con buenas perspectivas de cosecha
Todavía no es lo del Jerte, pero todo se andará. El espectáculo de los cerezos en flor cada vez capta a un mayor número de visitantes tanto de la propia provincia como de fuera de ella, y eso se ha dejado notar esta Semana Santa en lugares como la Vall de Gallinera o El Comtat, con hoteles y restaurantes a plena actividad. Un atractivo que todavía se prolongará durante una o dos semanas, tanto en estas zonas como en otras que todavía no han alcanzado el cénit de la floración, caso de la Vall d'Alcalà, l'Alcoià o el Vinalopó.
El alcalde de Planes, Javier Sendra, señala que «no recordábamos algo así. Había gente por todas partes, los alojamientos estaban llenos y los restaurantes no han dejado de trabajar. También las áreas recreativas han sido un hormigueo continuo de gente». Los visitantes, además, llegan desde numerosos puntos de España. «La mayoría son de la propia provincia, pero hemos visto catalanes, andaluces e incluso extranjeros», enfatiza.
Y las previsiones en cuanto a cosecha son, de momento, esperanzadoras. El presidente de la Denominación de Origen Cerezas Montaña de Alicante, Hilario Calabuig, manifestaba que «todavía no sabemos el alcance exacto de las heladas en las partes bajas de la zona de El Comtat, pero la floración por lo demás está siendo óptima y las lluvias del invierno, aunque un poco cortas, han mantenido en buenas condiciones el arbolado». La capacidad productora de la provincia de Alicante es de unos cuatro millones de kilos, aunque eso, resalta Calabuig, «yendo todas las cosas a la perfección. Hablamos de un cultivo de alto riesgo, muy sensible por ejemplo a la lluvia. Hasta el final nunca podemos cantar victoria».
