Hace ahora 20 años, en el otoño de 1988, se abrían al tráfico de forma provisional los primeros tramos desdoblados de la N-330 entre Alicante y las inmediaciones de Almansa. La autovía hoy denominada A-31, concluida e inaugurada en marzo de 1989, fue la primera vía de gran capacidad libre de peaje de cierta longitud de la provincia y marcó un antes y un después en las comunicaciones. La reducción de los tiempos de viaje hizo que la provincia se "acercara" al centro de España, al tiempo que se mejoraba la accesibilidad a la capital desde las comarcas del Vinalopó.

Dos décadas después, esta revolución viaria ha quedado un tanto obsoleta. Los usuarios de la vía sufren las consecuencias de unos defectos más bien propios de su época de construcción, en que el concepto de autovía casi se limitaba al desdoblamiento de una carretera y la eliminación de travesías. Curvas bastante cerradas, grandes rasantes y ausencia de peraltes en muchos puntos, junto con una señalización que en muchos lugares no se renueva desde la inauguración -tan deteriorada que casi ni llega a verse de noche y que ya no se corresponde con la reglamentación actual-, son sus elementos característicos.

No obstante, lo peor está en el elevado tráfico que soporta la vía, sobre todo de camiones. La A-31 sigue siendo el principal acceso a Alicante desde el centro peninsular, así como una ruta alternativa hacia Valencia y Cataluña para evitar el peaje de la AP-7 y el itinerario obligado para moverse por una zona de alta densidad de población e industrias como todo el eje del Vinalopó. Según datos del año 2005, más de 55.000 vehículos transitan a diario por la autovía a la altura de Novelda.

De esta forma, es evidente el acierto del temprano desdoblamiento de la N-330 y la importancia que mantiene a día de hoy la autovía. El catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante Alfredo Morales Gil la define como "el cordón umbilical con el centro" y destaca que "fue un gran logro" para la provincia, "más incluso que la AP-7", pese a unas deficiencias que él mismo criticó hace casi 20 años. Al respecto, señala que "hay que tener en cuenta las ideas y presupuestos que se manejaban entonces", y que, en consecuencia, lo que se hizo fue "desdoblar una carretera cuyo trazado no se ajustaba a las condiciones" en determinados puntos. Algunos de esos tramos tienen hoy día "difícil solución", como el paso junto a los cascos urbanos de Petrer y Villena, pero se ha "mejorado bastante" en la medida de lo posible, con algunas rectificaciones de curvas y rasantes y sustituciones del firme.

Morales Gil también alude a diversas obras realizadas después que paliado la saturación del tráfico, "el gran problema" de la A-31. Así, incide en que el desdoblamiento del Camino de Castilla (Elche-Monforte del Cid) ha aliviado la entrada a Alicante, y la autovía Sax-Castalla ha supuesto una importante alternativa para los desplazamientos internos, así como la segunda circunvalación de la capital. La próxima finalización de la A-7 por el interior será una solución con mayores efectos.