Compra de seguidores, jugarreta política o una simple equivocación. Una de estas tres circunstancias se ha dado recientemente en la cuenta de Twitter del secretario general del PSPV en la ciudad de Alicante, Gabriel Echávarri. En apenas dos semanas -del 31 de enero al 13 de febrero-, el también diputado en el Congreso ha pasado de 1.000 a más de 2.000 seguidores.

El problema es que la mayor parte de esa diferencia ha llegado con cuentas falsas. Es decir, con "twitteros" que no existen. Ninguno de ellos ha redactado más de tres mensajes, sus nombres en la red social son letras sin sentido junto a multitud de números y, encima, algunos incluso escriben con letras árabes o chinas -véase arriba-.

Echávarri negó ayer haber comprado esos seguidores -hay empresas que se dedican a ello- y anunció que solicitará un certificado a Twitter para tratar de esclarecer por qué 1.000 supuestos residentes en Norteamérica se han interesado en él. "Cuando vi que había aumentado tanto el número de seguidores, me quedé alucinado", aseguró.