En una provincia con 365.146 personas mayores de 65 años de edad censadas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo existen cinco especialistas en geriatría y uno de ellos no ejerce ya que es director territorial de la Conselleria de Bienestar Social. Estos datos los aporta el primer geriatra que tuvo la provincia, Gregorio Muñoz Duque, quien obtuvo la especialización en el año 1969.

Después de trabajar seis años en el Centro de Salud de San Vicente del Raspeig se tuvo que jubilar pero continúa ejerciendo a título privado.

Una de sus luchas a lo largo de su larga carrera profesional ha consistido en convencer a la Administración sobre la importancia de que se creen más plazas de esta especialidad, sobre todo en una provincia como ésta «con una población muy envejecida». Además, cada vez se vive más y la tasa de mortalidad de las mujeres «se sitúa de media a los 84 años de edad y en los hombres se acerca a los 80».

Muñoz Duque cita el ejemplo de Castilla-La Mancha, donde «en la época de Bono se estableció que en todas las residencias hubiera un geriatra». También explica que en el Hospital de Ciudad Real, por mencionar uno, cuenta con cuatro especialistas. «Aquí lo hemos intentado durante muchos años y siempre nos dicen que sí, pero nadie lo hace», lamenta el experto.

Tanto en residencias como en centros de salud y hospitales la tercera edad suele ser atendida por médicos generalistas. La principal aportación del geriatra -explica- «es la humanidad ya que a veces no es tan importante recetar medicinas como dar la mano y hablar». «Hay pacientes que consumen doce o catorce medicamentos, los supervisas y se los dejas en cuatro o cinco», relata el médico. «Muchas veces están tomando medicamentos de forma indiscriminada, aunque es verdad que en el centro de salud de San Vicente donde yo ejercí hay gente muy competente».

En su opinión, «la casa es lo mejor» para las personas mayores pero «mientras sean válidos». Sin embargo, también explica que en los domicilios son más difíciles de detectar los casos de malos tratos y otros problemas ante los que personas muy ancianas pueden quedar indefensas. «Hay estudios que dicen que en España hay casi 800.000 mayores que no comen adecuadamente y que un 15% sufre maltrato familiar».

Por otra parte, también reconoce que «tratar con gente mayor es difícil en ocasiones porque no duermen bien. A veces se levantan por la noche y se pueden romper la cadera».